POCO se sabía sobre las operaciones y transacciones diarias del Banco Vaticano, por lo que muchas veces fue llamado el "banco más secreto del mundo". Pero la normativa europea ha comenzado a pesar sobre esta organización, con reformas pro transparencia impulsadas por el Papa Benedicto XVI y reforzadas por el Papa Francisco, que incluso consideró su cierre a la luz de los problemas que le ha traído a la Santa Sede.

Y es que los escándalos que han perseguido al Instituto para las Obras de Religión, su nombre formal, no han cesado durante sus 76 años de historia y cuando salió el humo blanco para Jorge Mario Bergoglio estaban en un punto particularmente álgido. De hecho, recién comenzado su pontificado presionó por la salida del entonces jefe de la entidad, Paolo Cipriani, luego que un contador bajo su administración fuera arrestado por tratar de contrabandear 26 millones de euros a Suiza.

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El calibre de las polémicas era de marca mayor y las sospechas de que el dinero de mafias llegara a las arcas de la entidad, como ocurrió en otras ocasiones, no se podían descartar ante el hermetismo que los circundaba.

Manos a la obra

Se hizo necesario un punto de inflexión y para eso Benedicto XVI creó la Autoridad de Información Financiera (AIF) en 2012, la cual terminó de perfilar su sucesor, quien la estableció, en los artículos 2 y 52 de la Ley Vaticana, como la autoridad competente de la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano a cargo de la inteligencia financiera y la supervisión.

Asimismo, se implementó un programa de protección contra el lavado de dinero, que consta de tres fases. La primera era "la asunción de responsabilidad", lo que condujo al establecimiento de la primera ley anti lavado de activos. La segunda fase constó de "depurar las reformas de transparencia financiera", marco en el cual la legislación fue enmendada y rescrita sustancialmente. Ahora ya se encuentran en la tercera etapa, que trata de una mejora en la efectividad del sistema.

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Por otra parte, el Vaticano llegó a un acuerdo con el Estado Italiano para intercambiar la información de los contribuyentes, de manera que se bloqueó a los italianos que querían ocultar su dinero en el Banco Vaticano para evadir impuestos. Sumado a todo lo anterior, se decidió poner fin a las cuentas de personas que no fueran ciudadanas del Vaticano y de organizaciones que no formaran parte de la Iglesia.

"Se está convirtiendo en lo que yo llamo un buen banco internacional, en lugar de ser uno problemático ligado al lavado de dinero", indica a Pulso Gerald Posner, autor del best seller de The New York Times "Los banqueros de Dios". "Sin dudas han habido cambios y para mejor", agrega en relación a la labor cumplida por el Papa Francisco, que llega a nuestro país la próxima semana.

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De todas maneras, Posner precisa que "el Papa Francisco se lleva todo el crédito y si bien se lo merece hay que tener presente que cualquiera en su lugar hubiera hecho lo mismo, porque el Vaticano está aplicando los acuerdos que tiene con la Unión Europea".

Supervisión europea

En efecto, no sólo el Santo Padre estaba preocupado por el funcionamiento de una organización que ligó en oportunidades a la Iglesia Católica con el delito. Las autoridades pertinentes del viejo continente también tenían sus ojos puestos en el Banco Vaticano y sus escándalos.

El comité de expertos en la evaluación de medidas contra el lavado de dinero del Consejo Europeo, Moneyval, es el que ha dado seguimiento al asunto y en su último informe, publicado el mes pasado, hizo un balance positivo de las medidas implementadas por el Vaticano.

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Destacaron, particularmente, el progreso de la Santa Sede en el establecimiento de un sistema eficaz de denuncia de transacciones sospechosas. Al mismo tiempo, el documento de 209 páginas valora su cooperación internacional con las investigaciones y denuncias de irregularidades financieras.

Pero la tarea no está completa, de acuerdo a Moneyval, dado que el Banco Vaticano ya fracasó una vez cuando se trató de responsabilizar a alguien por lo que claramente eran considerados crímenes como "fraude, incluida la grave evasión fiscal, la apropiación indebida y la corrupción", detalla el informe.

"Limpiar a la entidad es un trabajo enorme. Se está llevando a cabo con el Papa Francisco pero no puede hacerse en unos pocos años. Tomará cinco o seis años más antes de que el Banco Vaticano esté realmente operando bien", señala Posner.