El camino hacia la reforma financiera en China se está volviendo cada vez más tortuoso. Banqueros reunidos en una cumbre en Singapur hace unas semanas dijeron que el próximo paso en el camino es la desregulación de las tasas de interés, lo cual podría producirse en los próximos 18 meses, atrayendo una serie de dolores de cabeza tanto para los bancos como para sus clientes.
Es un próximo paso lógico. Al desregular las tasas, Beijing espera detener el crecimiento del sistema bancario en las sombras. Ese crecimiento ha sido impulsado por el deseo de aquellos con exceso de efectivo por ganar montos más interesantes sobre sus ahorros, mientras los deudores que no pueden obtener créditos a las tasas artificialmente bajas en los bancos esperan atraer fondos al pagar más por ellos de manera extraoficial.
Desregular las tasas es también una precondición necesaria para eliminar los controles sobre los flujos de capital. Mientras el precio del dinero se mantenga artificialmente bajo, y las posibilidades de inversión sean escasas en China continental, en el momento en que se permita a los fondos abandonar China, lo harán en busca de mayores retornos en el exterior.
China ya ha removido el piso a las tasas de interés, animando a las empresas estatales a pedir menores tasas. Con el próximo paso, remover el techo a las tasas, los depositantes pedirán más retornos sobre sus ahorros, presionando los márgenes de los bancos.
Si bien a los bancos se les ha pedido que se preparen para este cambio desde hace un tiempo, todavía hay dudas acerca de si tienen las capacidades de gestión de riesgos para este nuevo mundo. Los bancos en mercados mucho más sofisticados se han rendido a la tentación de endeudarse a corto plazo y prestar a largo plazo para elevar sus márgenes con resultados desastrosos.
LOS COSTOS DE LA DESREGULACIÓN
El desafío será especialmente desalentador con los bancos que están inmediatamente debajo de los cuatro estatales, Bank of Communications y Citic Bank. Ya los grandes banqueros internacionales y regionales están recortando sus líneas de crédito a esos bancos, temiendo que la red de seguridad estatal pueda no aplicarse a ellos. Al mismo tiempo, los grandes accionistas en grandes bancos estatales se preocupan de que a esos bancos se les podría pedir que se hagan cargo de sus pares más débiles, como pasó en Japón.
Otra consecuencia de la desregulación será un aumento en el costo del capital para la mayoría de los deudores. En el largo plazo, esto podría ser bueno. Cuando el capital es caro, tiende asignarse de manera más cuidadosa.
Pero por ahora, desafortunadamente, este aumento de tasa se produce en un momento en que la salud financiera de China se está deteriorando. Muchas empresas, incluyendo a las empresas abiertas a bolsa, están apoyando una creciente carga de deuda de los flujos de efectivo en declinación, según un informe elaborado por Forensics Asia, con sede en Hong Kong, mientras las cuentas por cobrar siguen creciendo.
Los bancos ya se están preparando para otra ronda de malas deudas. En el momento, todos tienen cerca de 1% de créditos impagos, con una generosa provisión. Aún así, ese 1% difícilmente refleja la realidad. Pero hay intereses poderosos detrás de los bancos responsables por ello. Central Huijin, brazo de China Investment Corp que tiene las acciones de gobierno en los bancos, necesita los dividendos que los bancos pagan.
BANCA EN LAS SOMBRAS
Durante los últimos años, el préstamo en China se ha vuelto menos político. Beijing ha luchado por mucho tiempo para reducir la influencia de los gobiernos locales en las sucursales locales de los grandes bancos. Por un tiempo pareció que el esfuerzo había sido exitoso. Pero está claro que los gobiernos locales siguieron endeudándose pero a través del sistema bancario en las sombras.
La escala de este endeudamiento ha sido sujeto de intensa especulación. Muchos de estos préstamos estarían respaldando proyectos de infraestructura e inmobiliarios cuya viabilidad está en duda. Aunque no estén en los balances de los bancos, podrían volver a los bancos como deudas tóxicas.
Seguramente el próximo paso será confuso y podría haber víctimas, como fue el caso hace un tiempo cuando los bancos extranjeros se vieron golpeados al ver que el gobierno no siempre estaba del lado de las empresas de inversión. Esta vez, las repercusiones podrían ser incluso mayores.
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