Conozco A muchos de esos jóvenes "de pelo muy rubio" que estuvieron en Recoleta y en otras comunas del país el pasado domingo 17 de diciembre. De hecho, conozco también a muchos morenos, castaños y colorines que estuvieron en las mismas faenas. Conozco, además, a muchos de los "idiotas" que fueron a votar por Sebastián Piñera y dijeron con inapelable fuerza que querían que él fuera el próximo Presidente de Chile.
Conozco, en definitiva, a muchos de esos que fueron insultados por la diputada comunista Karol Cariola y por su colega y correligionario Hugo Gutiérrez, ninguno de los cuales ha pedido disculpas por sus bufidos, sino que han insistido en sus dichos o, era que no, han responsabilizado a la prensa de haberlos sacado de contexto.
[ze_adv position="adv_300x100" ]
Y es que al Partido Comunista le duele perder. Y mucho. Y cuando es de manera tan categórica, le duele aún más. No soporta ver cómo se congela todo lo realizado durante estos cuatro años en los cuales prácticamente se les dio chipe libre en algunas carteras ministeriales.
También conozco a Marcos, jardinero desde hace más de 40 años, quien se cansó de tanta reforma gruesa e inentendible y se quedó esperando el trabajo del Gobierno en el área chica, donde los verdaderos beneficiados fueran los miembros de la clase media como él.
[ze_adv position="adv_300x250-A" ]
Conozco a Roberto, impecable trabajador de la madera, que cada vez que puede muestra orgulloso la foto de su hijo profesional, el primero de una numerosa familia y está ansioso por abrir una empresita con él, pero la cosa ha estado mala estos años como para tirarse a la piscina.
Y también conozco a Carolina, de cuna venezolana, a quien nadie le viene a contar cuentos con aquello de Chilezuela. Ella apostó por Chile hace muchos años y vivió en carne propia el proceso que llevó a su país natal a la decadencia y a su pueblo a la desesperación.
[ze_adv position="adv_300x250-B" ]
Ni Marcos, ni Roberto, ni Carolina son rubios. Tampoco son idiotas. Menos fachos pobres. Y tampoco votaron por Piñera para entrar al Club de Polo, como vomitó por Twitter una conocida y molesta actriz de mecha corta. Son habitantes de un país que durante cuatro años sencillamente se hundió en la ideología importada y el mesianismo pueblerino. Una nación gobernada por aquellos que están más preocupados de que se le regale una muñeca a tu hijo y un camión de juguete a tu hija y no en el hecho de asegurarse de que tengas el dinero suficiente para hacerles un regalo a tus hijos.
[ze_adv position="adv_300x250-C-net" ]
Pero hay algo que le duele aún más al Partido Comunista que perder en las urnas, y es perder en la calle. Y las declaraciones de ambos honorables así lo insinúan. De forma inapelable y por paliza, el PC no sólo vio cómo se perdía en votos, sino también cómo se perdía en las calles.
Por primera vez en mucho tiempo, ese domingo los chilenos fuimos testigos de un despliegue de jóvenes -y no tan jóvenes- de centroderecha por todo Chile, cubriendo como apoderados de mesa prácticamente la totalidad del territorio nacional. Esa inédita movilización es, probablemente, lo que más le duele al comunismo y hace aflorar esa supuesta superioridad moral e intelectual que en otros tiempos saben ocultar. En esa línea, el bloque de partidos de centroderecha, acabada la celebración y llegada la hora de trabajar arduamente, debería poder atesorar ese despertar que se logró generar en tanta gente a lo largo del país. Es un hecho, por ejemplo, que José Antonio Kast se volcará a hacerlo inmediatamente. Así lo ha dicho en reiteradas ocasiones y por eso precisamente ha insistido en que no participará del Gobierno con un cargo de ningún tipo.
Urge que parte de ese relato, que esperemos se esté redactando en alguna oficina, al menos en el primer acto de este nuevo Gobierno de Sebastián Piñera, apunte a capitalizar ese movimiento masivo de apoderados, y no cometer la torpeza de crionizarlo hasta las municipales de 2020. Para entonces, es probable que el anquilosamiento sea más fuerte.
El Partido Comunista, herido y arrinconado, se volcará a recuperar la calle, lugar que por muchos años fue su única caja de resonancia. Y no lo hará de buena manera. El nuevo Ejecutivo podría adelantarse a ese movimiento involucrando de algún modo a esa gente que no sólo se levantó a votar, sino que estuvo dispuesta a defender voto a voto la elección.
El Gobierno entrante debería mantener la efervescencia de los fachos pobres, rubios e idiotas del país y demostrar que su movilización no fue sólo por temor a Chilezuela, sino por un profundo amor a la Patria.
*El autor es doctor en Comunicación Pública (@albertopedro).