La euforia en Chile está haciendo que su mayor empresa cervecera parezca mucho, mucho mejor de lo que realmente es.

Las acciones de Cía Cervecerías Unidas SA (CCU) se cotizan cerca de máximos récord, ya que los inversionistas acumulan toda clase de acciones chilenas ya que apuestan a que la elección de noviembre traerá un gobierno más favorable al mercado que impulsará la inversión y el crecimiento. Las acciones han ido tan lejos como para superar el índice IPSA.

El diablo está en los detalles: CCU tiene el consenso promedio de analistas más bajo en el índice Bloomberg Intelligence Latin American Beverages. El objetivo medio de precio apunta a una declinación de 10 por ciento en el precio de las acciones. Y la compañía, controlada en 60% por Heineken NV y la chilena Quiñenco SA, no ha alcanzado las estimaciones de ganancias en siete de los últimos ocho trimestres.

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"La acción sigue estando sobrevaluada", ya que el crecimiento de volumen de la compañía y su gestión de ingresos son estables, pero no justifican su valoración actual, escribió Carlos Laboy, analista de HSBC, en una nota del 15 de mayo a los clientes, en la que mantuvo su recomendación de "reducir". "Las condiciones macroeconómicas son desafiantes, el panorama competitivo sigue cada vez más difícil y la perspectiva estratégica es sombría".

La empresa enfrenta dos grandes riesgos, según analistas: una erosión constante de la cuota de mercado en el país a causa de una guerra de precios con su rival AB InBev, y la posibilidad de perder una marca clave en Argentina, su segundo mayor mercado. Esa marca es precisamente Budweiser de Anheuser-Busch InBev SA/NV.

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La competencia de Cervecerías Chile, la unidad local de AB InBev, ha sido feroz. ¿La prueba? Gabriel Lima, un analista de Bradesco, señaló que, en promedio, CCU subió los precios locales 1% interanual en el primer trimestre; la inflación fue del 4%. CCU también está intensificando su lucha contra el grupo belga en Argentina. Contrató a la firma de abogados estadounidense McDermott, Will & Emery LLP a principios de este año para que la asesorara en la campaña para ampliar sus derechos de producir y distribuir Budweiser en Argentina. La licencia debe expirar en 2025 y CCU quiere extenderla, citando la posición ya dominante de AB InBev en ese mercado, que aumentó después de que esta última empresa compró SABMiller.

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Este mes, CCU también presentó una queja a las autoridades antimonopolio de Argentina contra Quilmes de AB InBev por prácticas anticompetitivas y abuso de su dominio del mercado, según Clarín. CCU sostiene que Quilmes ha firmado acuerdos de exclusividad con minoristas y propietarios de restaurantes para evitar que ofrezcan otras marcas. En Uruguay se han presentado denuncias similares.

La estrategia sería conseguir que los tribunales antimonopolio obliguen a AB InBev a vender activos en los países en los que opera. CCU podría entonces comprarlos para proteger su cuota de mercado, informó el periódico La Tercera. En Colombia, CCU ya ha presentado una orden judicial contra la aprobación por parte del regulador antimonopolio de la adquisición de SAB Miller.

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La empresa está buscando crecer fuera de Chile para contrarrestar las amenazas. En 2014 firmó un acuerdo con el mayor embotellador de refrescos de Colombia, Postobon SA. El plan es construir una planta de cerveza y competir con AB InBev en el país. El presidente ejecutivo de CCU, Patricio Jottar, dijo en la última asamblea de accionistas de la compañía que la planta debería estar operativa a principios de 2018.

Sin embargo, será una batalla cuesta arriba. SABMiller de InBev ya tiene casi un monopolio.