Bolivia afronta 2018 como año preelectoral, con el presidente Evo Morales proclamado candidato para la reelección, empeñado en reforzar su gestión frente a una oposición atomizada, sin un líder con un proyecto alternativo que cambie el rumbo del país.

El 2017 concluyó con una sentencia del Tribunal Constitucional de Bolivia que autorizó a Morales, en el poder desde hace doce años, a presentarse a la reelección para un cuarto mandato consecutivo, pese a que la Constitución que él mismo promulgó establece un tope de solo dos.

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Un falló duramente cuestionado por sus detractores, que le acusan de perpetuarse en el poder.

El presidente del Colegio de Politólogos de La Paz, Ludwing Valverde, dijo que 2018 "es un año preelectoral y de alianzas", ya que la oposición "tiene que unirse y generar alianzas sólidas, no prebendales, y un proyecto de país" si en realidad quiere hacer frente a Evo Morales en los comicios de 2019.

Valverde aseguró que la consigna del oficialismo que respalda al presidente es centrarse en su gestión, por lo que buscará hacer solo "algunos remiendos" y "no irá más allá" debido a que, a su criterio, el Gobierno no ha podido dar respuesta a los problemas como los de la Justicia y la sanidad pública durante doce años.

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El Ejecutivo de Morales esperaba obtener un respaldo a su reforma de la Justicia en las elecciones de hace un mes para designar a jueces, pero se impuso el voto nulo promovido por la oposición en protesta por la sentencia a favor de su posible reelección.

En sanidad, el año arranca como terminó el anterior, con una huelga de médicos en un pulso contra el Gobierno que dura más de un mes.

Un escenario que se ve muy distinto entre quienes respaldan al presidente, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) que el mes pasado le proclamó de nuevo como su candidato en un acto multitudinario, y quienes ejercen la oposición.

La diputada oficialista Sonia Brito sostuvo que en 2018 "de ninguna manera está como una prioridad el tema electoral", sino que lo primordial será "el esfuerzo por la gestión".

Añadió que lo central en esa tarea será trabajar en el crecimiento económico, además de las transformaciones en la Justicia y las reformas en el sistema de salud, entre otras de urgencia.

Por su parte, su colega de oposición Edwin Rodríguez declaró a Efe que una gestión creíble "se hace en los primeros años", no en los últimos por "cálculo político" de cara a unos comicios.

Rodríguez consideró que el trabajo de la oposición debe centrarse en fortalecer su organización en las regiones, para luego unificarse alrededor de un candidato único de cara a las elecciones nacionales.

La unidad de la oposición se ha convertido en el punto irresuelto de un bloque contestatario a Morales, que en 2005, 2009 y 2014 consiguió articular algunas alianzas que se debilitaron una vez pasados los comicios y que en el Parlamento mostraron su inconsistencia.

Recientemente personalidades como los gobernadores de Santa Cruz (este), Rubén Costas, y La Paz, Félix Patzi, junto al alcalde paceño, Luis Revilla, anunciaron que buscarán la presidencia cada uno por su cuenta, en una clara señal de que se corre el riesgo de caer en el mismo defecto.

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La "electoralización" de la realidad boliviana ha sido una constante durante el tercer mandato de Morales (2014-2019).

Al poco tiempo de haber ganado por tercera vez los comicios en 2014, los sectores sociales afines al Gobierno plantearon la posibilidad de volverlo a postular en 2019 y para ello trabajaron hasta convocar un referéndum en 2016.

La consulta preparada para autorizar su reelección le resultó adversa a Morales, pero tras la derrota sus organizaciones sociales comenzaron a plantear nuevas vías para lograr habilitarlo.

El clima de electoral siguió desde entonces con el recurso del MAS ante el Constitucional, fallado a su favor a final de 2017 para encarar 2018 de nuevo en esa tónica propia de la campaña previa a unos comicios.