El Banco Central Europeo obtendría una autoridad de mayor alcance sobre los 6.000 bancos de la eurozona, bajo un nuevo plan que prepara la Comisión Europea, poniendo a Bruselas de cara a un choque con Alemania y el BCE mismo, que ha hecho llamados por un acercamiento más descentralizado hacia la “unión bancaria”.
El plan, acordado en una reunión esta semana entre José Manuel Barroso, presidente de la Comisión y Michel Barnier, regulador financiero senior de la UE, le quitaría a los actuales supervisores nacionales casi toda la autoridad para cerrar o reestructurar los bancos en problemas de sus países, dándole esos poderes a Frankfurt.
Bajo la propuesta, la autoridad máxima pasaría a una nueva “junta supervisora” separada del existente Consejo de Gobierno del BCE. Aunque sigue debatiéndose la formación, el plan prevé crear un directorio de 23 miembros: un representante nacional de cada país de la eurozona, más seis miembros independientes, incluyendo un presidente y un vicepresidente.
Un directorio aparte se consideró necesario para establecer un cortafuegos entre las actuales actividades monetarias del BCE, que incluye proveer préstamos baratos a bancos en problemas, y su nuevo rol supervisor.
Las autoridades advirtieron que la legislación seguía elaborándose y que no sería revelada formalmente por Barroso hasta su discurso del Estado de la Unión el 12 de septiembre. Para convertirse en ley, debe ser aprobado por los 27 jefes de gobierno; los funcionarios de la Comisión esperan que llegaran a un acuerdo en la cumbre de la UE antes de fines de año.
Un nuevo supervisor bancario único sería el cambio más significativo en el manejo financiero de la eurozona desde la creación del euro, dándole a la UE el tipo de autoridad federal que hasta ahora le ha faltado para controlar la crisis de dos años. También es el requirimiento clave de Berlín: el darle poder al fondo de rescate para que rescate bancos directamente.
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