La noticia económica de las elecciones protagonizo la caída de un 5,86% del IPSA el lunes. Los agoreros de la incertidumbre interpretaron esto como el fin del ciclo bondadoso de retornos de nuestro índice bursátil durante este año. Aquí cabe preguntarse si es suficiente una baja votación de un candidato para impedir que los inversionistas quieran seguir rentando de una bolsa prospera en resultados y empresas con mejores perspectivas para 2018.

Por lo anterior, es que antes de reaccionar es necesario analizar la racionalidad implícita en términos de la toma de decisiones de los diferentes agentes económicos, en este caso de inversionistas, ya sea institucionales (fondos mutuos, AFP) o personas naturales que como metodología de ahorro utilizan inversiones en instrumentos financieros de renta variable (acciones).

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En términos simples, el retorno que podemos obtener de invertir en una acción está compuesto por el retorno del precio de mercado de la misma y el flujo de dividendos que podemos obtener desde la empresa. Sin duda que en un inversionista primará la racionalidad económica en la conformación de sus expectativas respecto de los flujos de caja futuros de las empresas y, por ende, sus perspectivas de valorización de los diferentes instrumentos.

En ese sentido se debe señalar que no existen fundamentos para pensar que nuestro mercado bursátil entrará en una nebulosa de caídas y deterioro en las rentabilidades, ya que contamos con perspectivas de crecimiento del país superiores para 2018 (PIB 3%), una demanda interna que bordea el crecimiento de un 4% y, además, la formación bruta de capital se está inclinando por sobre el 3%.

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Gracias a este escenario, debiésemos esperar lo contrario a lo ocurrido post primera vuelta independiente de los resultados electorales. Mientras la responsabilidad fiscal prime, las condiciones macroeconómicas y las políticas sean coherentes, los valores de los flujos de caja futuros de la empresa no se verán deteriorados y, por lo tanto, tampoco su valor.

Por lo que los resultados de la primera vuelta presidencial, se constituyen más como una pequeña nube y no como una tormenta, la que se irá disipando, incluso revirtiendo paulatinamente producto de las expectativas de mayores ingresos de algunas empresas a fin de año y el mayor crecimiento proyectado para 2018.

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*El autor es académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Finis Terrae.