El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, está buscando gobernar por decreto para evitar la "guerra económica" a medida que lucha con una larga lista de problemas y una pérdida de poder.
Las distorsiones del mercado de divisas han alimentado un empeoramiento en el desabastecimiento de alimentos y bienes básicos desde leche a papel higiénico, junto con una elevada inflación en ascenso, representando una amenaza a la revolución del fallecido presidente Hugo Chávez. Los controles de precios así como el jugueteo sin fin con estrictas pero ineficaces restricciones de tipo de cambio han generado una escasez de moneda extranjera, de la cual depende la economía dependiente de las importaciones.
Maduro, quien fue ministro de Relaciones Exteriores y vicepresidente de Chávez, está buscando "poderes especiales" de la asamblea nacional del país para combatir la corrupción y aprobar las medidas económicas. El presidente dice que los miembros de la "fascista" oposición, con apoyo de Estados Unidos, están "saboteando" la economía para derribar al gobierno.
En un reciente conflicto diplomático, Washington expulsó a tres diplomáticos venezolanos en represalia por la expulsión de Maduro de tres diplomáticos estadounidenses días antes.
Para garantizar los poderes por decreto, el ex conductor de bus y sindicalista necesita los votos de 99 legisladores en la Asamblea Nacional. El partido gobernante de Maduro, Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tiene 98 escaños, lo cual significa que debe atraer a un legislador independiente o de oposición.
"Voy a pedir competencias para la lucha contra la corrupción y la guerra económica declarada por la burguesía contra la gente", dijo Maduro, sosteniendo una polera con el slogan "Yo soy 99" en una marcha conmemorativa del aniversario del último triunfo electoral de Chávez. "Prepárense, yo me estoy preparando, preparando los planes especiales".
Chávez, el carismático mentor del presidente, gobernó varias veces usando decretos. Sin embargo, Maduro parece estar luchando con la parálisis política provocada por las batallas dentro de su propio partido. El martes, el gobierno anunció que Nelson Merentes, su pragmático ministro de Finanzas, será reemplazado como vicepresidente responsable de la economía por el más ideológico ministro de Petróleo, Rafael Ramírez.
"Hay mucho descontento dentro del gobierno a todo nivel, entre la gente que piensa que no tiene el poder y la visión para hacer que funcione el proyecto de Chávez", dijo David Smilde, experto en Venezuela de la Oficina de Washington en Latinoamérica. Algunos observadores creen que su apuesta por saltarse la legislatura es un esfuerzo por solidificar su débil control. "Tener una ley incrementaría su poder dentro del gobierno", dijo Smilde.
Venezuela se prepara para elecciones municipales en diciembre, que muchos ven como un referendo sobre el mandato de Maduro y su capacidad de administrar la economía.
El fin de semana, miles de trabajadores, miembros de las FFAA y milicias marcharon en apoyo al presidente, cantando slogans que prometían ayudar al gobierno en su combate a la corrupción.
Pero el líder de la oposición, Henrique Capriles, atacó al gobierno en una columna en un periódico el domingo, acusándolo de crear "cortinas de humo" y catalogando la "guerra económica del gobierno" como una "intervención".
"No se puede ocultar el hecho de que quebraron una de las naciones más ricas de la región, y durante una bonanza petrolera", escribió Capriles, quien perdió estrechamente la elección presidencial en abril y todavía desafía el resultado. "Cada sector del país es testigo de su incompetencia".
El legislador opositor Antonio Barreto Sira dijo: "la única guerra que existe en el país es la de los consumidores que tienen que conseguir un paquete de harina".
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