Terminado de conformar su equipo de trabajo más directo, el Presidente Piñera ha dejado en claro la búsqueda de ese necesario equilibrio entre experiencia política y competencias técnicas para iniciar su segundo mandato. Donde mejor queda reflejada esta premisa es en el denominado comité político, los ministros y subsecretarios de dichas carteras configuran un potente elenco que se conoce y tiene una relación directa con el mandatario.

Esto es de suma relevancia entendiendo el entorno al cual se verán enfrentados, con un Congreso altamente fragmentado y con muchos parlamentarios sin experiencia previa en materia legislativa, lo que requiere de habilidades políticas relevantes para sacar adelante una ambiciosa agenda de proyectos.

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Ampliando la mirada, notamos también una cierta continuidad del trabajo iniciado en el período anterior en un área tan clave como Hacienda, sumamente importante para recuperar los equilibrios macroeconómicos. Recuperar la tasa de inversión no es un mero capricho, es una condición necesaria para retomar un crecimiento que genere los recursos para implementar las reformas planteadas. En tal sentido, rescatar el valor de hacer bien las cosas será uno de los principales méritos del gabinete en su conjunto. Esto sin duda va de la mano con recobrar la confianza en las instituciones públicas, algunas altamente dañadas en el último tiempo.

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Lo más relevante es entender que este gabinete viene con el desafío de proyectar el Gobierno de centroderecha por al menos un par de períodos. Este es uno de los cambios más significativos y que explícitamente ha sido anunciado desde la campaña. Por tanto, las metas de este nuevo gabinete no son pocas. En términos políticos, el Gobierno deberá ser capaz de consolidar una coalición de centroderecha con una vocación de poder, lo que obliga a consolidar una mayoría social que se traduzca en mayoría electoral para permitirle seguir gobernando en el tiempo.

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Aldo Cassinelli Capurro - Director ejecutivo Instituto Libertad