Ya en 2016 la Unicef aseguró que la brecha digital exacerba las desigualdades en el acceso a información y conocimiento. Reducirla permite sinergias virtuosas de inclusión social y cultural entre niños, niñas y adolescentes, con impactos positivos en el desarrollo de capacidades y generación de oportunidades para toda su vida.

En este contexto tiene todo el sentido llevar la tecnología a las salas de clase y apostar a que sea el complemento perfecto para una educación actual y efectiva. Y el tiempo es ahora. Además, la OCDE advierte sobre los pobres resultados de los niños en su informe PISA: "Cada persona aprende de manera diferente. Un sistema educativo de 'talla única para todos' ya no puede satisfacer las necesidades de las sociedades modernas. La educación tiene que ser lo suficientemente flexible tanto en el contenido como en la forma en que se imparte como para adaptarse a sus necesidades".

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Hoy existen desarrollos tecnológicos, como la inteligencia artificial, asociados por ejemplo al estudio de las matemáticas, que permiten identificar el estilo de aprendizaje de cada alumno, diseñando un plan de estudios personalizado e incluso adaptándose en tiempo real al ritmo y capacidad del niño.

Las nuevas tecnologías son clave en el desarrollo de habilidades que se presentan como centrales en el presente y especialmente en el futuro. Es un error considerarlas menos que una sala de clase, porque el complemento es lo que ayuda a los niños a alcanzar su potencial.

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Javier Arroyo - Co fundador Smartick