La inmigración enriquece a las naciones. Las culturas diversas, los sueños emprendedores, la pulsión del peregrino. La nación más poderosa del mundo se forjó gracias al "melting pot", ese caldero bullente donde se fundieron todas las razas. Dicho lo anterior, limitar la inmigración nada tiene de racista. Deben existir políticas racionales de inmigración. Ganaremos todos: los chilenos de hoy y nuestros futuros compatriotas.
Gabriel Guiloff