A propósito de las denuncias de corrupción, colusión y fraude tanto en nuestro país como en la región, creo conveniente tener presente que todos estos casos tienen al menos tres dimensiones unidas e inseparables. Una legal que se desarrolla a su ritmo en las instancias que correspondan; otra cultural, que consiste en la exposición ante una sociedad compleja y dispersa que, a su vez, puede calificar y criticar de forma inorgánica el actuar y reputación de la entidad en cuestión; y otra propiamente sistémica que genera efectos al interior de la organización, desarrollando sus capacidades para fortalecerla o desgastándola.

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En la actualidad, no existe una sola dimensión para abordar las denuncias, querellas, reportajes y otros, sean fundados o no, y es por esa razón que tanto la empresa como la organización pública o privada, requiere reconocer esta tridimensionalidad, para enfrentar un entorno cambiante, exigente, crítico y diverso, cuyas reacciones y comentarios se difunden rápida y globalmente. Todas las empresas y entidades públicas dejan un huella digital y también una huella de Compliance.

Angélica Céspedes Cifuentes

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