Después del caso Freirina, el malestar por los malos olores, se comenzó a transformar en una prioridad. No sólo por las autoridades, sino también por las empresas, que buscan disminuir las externalidades hacia las comunidades en las que se insertan.

No obstante, en Chile aún no existe una herramienta legislativa específica que regule los malos olores que ciertas industrias expelen a su entorno. A excepción de la Norma de Emisión de Compuestos TRS, para generadores de olor asociados a la fabricación de pulpa sulfatada. A esto se suman los recursos de protección ejercidos por el Ministerio de Salud, frente a denuncias ocasionadas en casos como el de Freirina.

Por ello, la cartera de Medio Ambiente, en el documento “Antecedentes para la regulación de olores en Chile” ya dio los primeros pasos. Sebastián Tolvett,  jefe de la división de calidad del Aire y Cambio Climático de este ministerio, precisa que desde 2012 el gobierno trabaja en la creación de una normativa de calidad, que se prevé entrará en vigencia en 2017. Ella regularía los niveles de exposición máximos a los que una comunidad podría estar expuesta.

“Hoy, nos encontramos cumpliendo las actividades contempladas en la Estrategia para la Gestión de Olores 2014-2017, aprobada el 7 de noviembre de 2013. Su objetivo es  fortalecer el marco regulatorio a través de medidas en el corto, mediano y largo plazo que permitan cuantificar, controlar y prevenir dicha generación, abordando la gestión con un enfoque integral”, aclara la autoridad.

Esto, a partir de lo ya hecho en 2012 cuando la cartera de Medio Ambiente definió la unidad de medida de los olores emitido por las empresas, tomando en cuenta normativas de otros países. Lo que hoy falta es limitar cuánto se debe emitir y en qué periodo de tiempo.

Aquí, se obtuvo un  diagnóstico general el cual señala que “ante la falta de antecedentes que permitan establecer un límite de olores en una norma ambiental (norma de calidad o de emisión), se propone realizar un paso previo, elaborando un ‘Reglamento para la Prevención y Control de Olores’”.

De esta forma, se regularía a las fuentes emisoras, incitándolas a adoptar mejoras en sus tecnologías y prácticas de control y prevención de tales partículas.

Según Tolvett, el desarrollo de este reglamento, contempla una etapa de  “anteproyecto” que contaría con un comité operativo, constituido por representantes de los ministerios y servicios  con competencia en el tema. Esto, sumado a comités  constituidos por personas naturales o jurídicas ajenas a la administración del Estado.

“Esperamos que durante el primer semestre de 2015, podamos contar con un anteproyecto de reglamento, para iniciar el proceso de consulta pública, mecanismo que permite que las personas se informen y puedan realizar observaciones”, afirma el personero gubernamental.

Luego de este proceso, se tendría el proyecto definitivo que tomaría su razón en Contraloría, la cual determinará su entrada en vigencia.

Medición 

Pero ¿de qué forma se medirán los olores? Chile cuenta con  la norma técnica NCh3190.Of2010 “Calidad del aire - Determinación de la concentración de olor por olfatometría dinámica” siendo una adaptación de la Norma Europea EN 13.725:2003.  Esta define la concentración de olor a partir de una muestra gaseosa usando un panel de “evaluadores” humanos (panelistas) como sensor, así como la determinación de la emisión de olor que emana de una determinada fuente o foco emisor.

En este trabajo, el Ministerio de Medio Ambiente ha identificado al menos 12 sectores industriales que serían regulados por esta normativa. Destaca aquí, la industria sanitaria, rellenos sanitarios, porcina y avícola, industria de la celulosa, pesquera y refinerías de petróleo, entre otras. En el aspecto técnico, el reglamento apunta a crear un sistema para estandarizar la medición de olores, establecer protocolos para la fiscalización de ellos y generar canales de comunicación.

Patricio Reich, gerente general de The Synergy Group (TSG), afirma que como proveedor de sistemas para realizar tal operación, muchas empresas en Chile se encuentran demandando su servicio. “Si no hubiera ninguna restricción, probablemente la productividad sería mayor. Pero, estamos operando en un mundo que aplica condiciones y para Chile, que es un país abierto, es importante cumplir con ellas, a fin de ir a la par con el desarrollo internacional”, enfatiza Reich.

A ello, Vania Zorich, gerente del área de consultoría de TSG Chile, sostiene que la misión de cara a la normativa es diagnosticar. “Y si corresponde, implementar prácticas de prevención, tecnologías, monitoreo y control de olores desde la fuente, generando y manteniendo así las buenas relaciones entre comunidades e industriales”.

“Lo principal, es que las empresas se apoderen del concepto de Responsabilidad Social y desarrollen estrategias que  se enfoquen en el tema del tratamiento de elementos contaminantes y odorantes”, aclara.

A nivel regional, Chile sería el segundo país que ha avanzado en esta normativa, según explica Patricio Reich. “Sólo Colombia se encuentra ya elaborando un reglamento para cuantificar la emanación de las fábricas instaladas en su nación”, asegura.

Mientras que en el mundo, las localidades más avanzadas en el desarrollo de esta normativa son los Países Bajos, Francia, Reino Unido, Alemania, España, Australia, Nueva Zelandia y Canadá.