Si en 2004 Chile ostentaba el 36,9% del mercado mundial del cobre -5,4 millones de toneladas sobre un mercado de 14,7 millones- una década después las cifras son bastante diferentes.
Las últimas cifras de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) revelan que el peso específico de Chile en este mercado ha caído a gran velocidad. Los datos a 2014 señalan que mientras la producción global del metal se empinó a 18,5 millones de toneladas -casi 4 millones más que hace una década- Chile aportó con 5,7 millones.
En otras palabras, de las casi cuatro millones de toneladas en que se incrementó la producción mundial de cobre en diez años, Chile sólo aportó 300 mil. Las otras 3,7 millones vinieron desde los países competidores.
Más alarmantes aún son los datos de lo que va de 2015. En los primeros nueve meses del año, Chile ha producido el 30,3% de las 14,15 millones de toneladas que componen la oferta mundial de cobre en el período, lo que representa casi siete puntos menos que los que tenía la mineria local previo al boom .
El problema es que esta cifra no refleja aún la reducción de producción que ya ha sido anunciada en algunos yacimientos como Collahuasi, que sacará del mercado unas 30 mil toneladas anuales-, por lo que en la industria temen que Chile caiga del 30% el año que viene, hecho inédito para la industria.
¿La razón?
La arremetida de otros productores como Perú, China y Congo, país que multiplicó por diez su producción de cobre en apenas diez años.
Así lo explica el gerente de estudios de la Sociedad Nacional de Minería -Sonami- Álvaro Merino, quien sostiene que la minería local no ha reducido producción sino que la ha aumentado, aunque mucho menos que sus competidores.
“Chile incrementó su producción de cobre de mina de 5.320.000 toneladas en el año 2005 a 5.750.000 toneladas en el 2014, esto es un crecimiento de 8%. No obstante, otros países aumentaron significativamente su producción en el periodo indicado, como por ejemplo, el Congo que creció en 956%, China en 114%, Zambia en 72% y Perú en 37%”, explica Merino.
Por tanto -añade- “el menor crecimiento de Chile respecto de estos países explica la caída en la participación mundial que pasó de un 35% en el 2005 a un 31% en el 2014”.
El gerente de estudios del gremio minero hace hincapié en que en el período de análisis la producción mundial de cobre de mina aumentó en 22%, pasando de 15.127.000 toneladas en el 2005 a 18.516.000 toneladas en el 2014.
Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining, señala que la participación de Chile en la producción mundial de cobre de mina ha venido cayendo especialmente desde el año 2007 cuando alcanzó los 5,55 millones de toneladas. A partir de entonces, plantea, “la producción se estancó por debajo de ese nivel. Recién en 2013 volvió a incrementarse al nivel de los 5,7 millones de toneladas, gracias al inicio de nuevas minas”.
Boom de proyectos
Agrega que lo que ha sucedido, bajo su punto de vista, es que Chile no ha sido capaz de mantener el impulso del boom minero de los años noventa cuando minas del tamaño de Escondida, Los Pelambres y Collahuasi -entre otras- iniciaron sus operaciones.
Guajardo agrega otro elemento. “En los años 2000, cuando se inicia el denominado superciclo, las minas chilenas aceleraron al máximo su producción, lo cual pudo sostenerse hasta el año 2007. Después de ello las minas existentes ya no fueron capaces de sostener mayores aumentos y por el contrario se inicia el declive natural en la leyes por el envejecimiento de los yacimientos, quedando el crecimiento de la producción sujeto a las expansiones y nuevos proyectos, lo cual ha resultado ser mucho más difícil ya que las condiciones para la inversión se han hecho más complejas”, complementa.
Para el presidente ejecutivo del Consejo Minero, Joaquín Villarino, si bien Chile aún está lejos de perder el liderazgo mundial en el cobre, la tendencia que se está dando obliga a pensar si como país se están realizando los esfuerzos adecuados para que la minería desarrolle su máximo potencial.
“Y naturalmente, me refiero a un potencial compatible con el medio ambiente, con la calidad de vida de las comunidades cercanas, con buenos estándares laborales y con el impulso de otras actividades económicas. Si consideramos la interesante cartera total de proyectos mineros en el país, cuya concreción se viene haciendo cada vez menos probable, incluso antes de la caída en el precio de los metales, al menos parte de la explicación a esa tendencia de liderazgo decreciente está en que lamentablemente hemos ido creando en el país condiciones menos propicias para la inversión en minería”, sostiene el ejecutivo.
“No debemos olvidar que la actividad minera depende, como condición base, de la existencia de recursos mineros, los que si comienzan a agotarse en unos lugares y a descubrirse de forma más abundante en otros, se van a observar cambios en la composición de la producción mundial”, advierte Villarino.