Chile se ubica bajo la media de la OCDE en universitarios que también trabajan
Chile es uno de los países de la OCDE donde menos estudiantes de educación superior trabajan ya que sólo el 21,5% de las personas entre 16 y 29 años desempeña estas dos labores, versus un 39,6% en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, y mucho más distantes de países como Estados Unidos, Canadá o Australia donde la tasa es de 50%.
Y no es por falta de ganas, ya que según la Encuesta Nacional de la Juventud 2012, realizada por el Instituto de la Juventud, un 76% de los consultados indicó que no tenía un empleo remunerado porque no podía compatibilizar trabajo con estudio. Sólo un 8% manifestó que no tenía necesidad o no estaba interesado en buscar una fuente laboral en esa época.
“Empezamos a juntarnos con distintos actores y nos dimos cuenta que la legislación laboral colocaba trabas al estudiante para ingresar a este mercado”, indica Macarena Kutscher, quien junto a Juan Bravo, ambos de Clapes UC, inició un estudio sobre el tema.
Señalan que según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en la encuesta de empleo de enero-marzo de este año había 122.090 jóvenes entre 18 a 26 años que declararon no haber buscado trabajo en las últimas 4 semanas por estar estudiando, pero que estarían disponible para trabajar de inmediato; y 8.438 del mismo rango etario que trabajaban en jornada parcial (30 horas o menos) y declararon que les gustaría y estarían disponibles para trabajar más horas, pero no lo hacían por los estudios.
Descubrieron que aunque la legislación permite la jornada parcial exige continuidad de la misma sólo interrumpida por tiempo de colación. Además obliga al empleador a agendar con una semana de antelación los turnos de las siguientes semanas. “Estos dos factores son muy restrictivos porque muchos jóvenes que estudian tienen ventanas horarias, algunas semanas sí y otras no. Acá se valora la flexibilidad porque la prioridad de ellos son los estudios, pero hay un espacio grande para legislar y mejorar el bienestar en conjunto”, acota Bravo.
Sostienen que más allá de la necesidad de recibir una remuneración, trabajar durante los estudios entrega otros intangibles para el desempeño profesional posterior.
Propuestas de flexibilidad
Para enfrentar estas rigideces, los investigadores platearon cambios en la legislación para que las empresas pudieran ofrecer bolsas de trabajo a jóvenes entre 18 y 26 años con un contrato alternativo que no excediera las 30 horas semanales, pero sin presentar el esquema de turnos anticipado. Se podría interrumpir la jornada laboral diaria, con un límite máximo de 12 horas diarias de trabajo, con derecho a un descanso ininterrumpido de a lo menos 10 horas en un periodo de 24 horas, y a media hora de descanso y colación cada 5 horas.
“Esto permitiría que los jóvenes pudieran pactar on line horas de trabajo así como toman ramos. Las empresas podrían ir llamando según las ofertas que tengan disponibles y los estudiantes tomarlas de acuerdo a su conveniencia”, comenta Bravo.
Esta idea es bien mirada por los empresarios, manifiesta Kutscher: “Muchas veces los empleadores deben suplir gente en el mismo día porque alguien se enfermó o tuvo un problema y no llegó a trabajar. Entonces, en vez de sobrecargar al mismo personal, podrían llamar a estudiantes que estarían disponibles en sus base de datos”.
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