Si hay un país donde los burócratas, banqueros y economistas podrían querer aprender de los errores de Japón ahora, es China.

No sería la primera vez. Hace una década, escribí un libro sobre la crisis bancaria de Japón en los ’90 que se convirtió en bestseller en China. En retrospectiva, ha resultado ser simbólico.

No importa el hecho de que China esté experimentando una espectacular explosión crediticia y que los precios de las viviendas recuerden a los de Japón en los años ‘80 justo antes del estallido de la burbuja. Como Japón en los años ‘80, China también está tratando de transformar un sistema financiero estatal y centrado en los bancos en algo más centrado en libres mercados de capitales. Y, mientras ese cambio es necesario a medida que la economía madura, crea enormes riesgos.

Entonces tiene sentido que algunos funcionarios senior hayan preguntado secretamente qué pueden aprender de los errores de Japón, y que en medio de la tensión diplomática, los bancos centrales de los países han debatido discretamente el tema de la desregulación y los malos créditos, también.

Entonces ¿qué lecciones debieran aprender los inversionistas y políticos chinos? Hay al menos seis.

Primero, la desaceleración puede doler. En los años ‘80, cuando la economía de Japón vivía un auge, los créditos bancarios tenían un buen desempeño. Pero cuando la economía se desaceleró en los ‘90, los créditos malos se dispararon. Eso podría parecer obvio pero tomó a los bancos y burócratas japoneses por sorpresa. Los funcionarios chinos debieran tomar nota, dado que  su propio crecimiento parece estar quedando por debajo de 7%.

La deflación es letal, especialmente para los bancos. Cuando los precios caen, la carga de deuda sube. También lo hacen habitualmente los créditos. Otra vez es obvio pero los bancos japoneses no estaban preparados. Las alarmas debieran sonar si China cae alguna vez en deflación: aunque los precios al consumidor del país son positivos, los precios al productor han estado cayendo por 26 meses.

La negación es perjudicial. Los bancos japoneses fueron notorios por esconder los malos créditos (en 1992 dijeron que los malos créditos eran apenas 8 billones (millones de millones) de yenes; para 2000 lo habían revisado a 100 billones de yenes). Esa negación retrasó un colapso pero hizo el eventual shock mucho mayor. China debiera prestar atención, particularmente dado que sus bancos ya están usando trucos financieros para favorecer sus libros (mire cómo algunos están usando estructuras opacas como los “derechos de fondos beneficiosos” para esconder malos créditos, por citar un ejemplo). De hecho, reportaron números de créditos morosos excesivamente optimistas; oficialmente representan un 1% de los activos, mientras observadores independientes como Oxford Economics, dicen 10% a 20%.

Los dominós pueden caer. Hasta mediados de los ‘90, los inversionistas asumían que las instituciones financieras de Japón eran apoyadas de manera implícita por el gobierno y los socios corporativos a través del sistema llamado keiretsu de conglomerados cercanos. Entonces cuando un par de pequeñas instituciones caía, los inversionistas ya no sabían qué creer y perdían la fe en el sistema completo. China debiera prestar atención a esto: su sistema también depende de las garantías implícitas para los bancos y bancos en las sombras por igual. Un colapso de varios bancos en las sombras podría crear también un pánico contagioso.

Los seguros de depósito importan. Como los funcionarios del Banco de Japón recientemente recalcaron, los funcionarios japoneses aprendieron en los ‘90 que es difícil contener el pánico con seguro de depósito. China dice entenderlo y recientemente anunció planes para introducir su propio esquema de seguro de depósito. Pero todavía no está en marcha, y Beijing ha murmurado acerca de introducirlo varias veces en la última década.

La toma de decisiones políticas también importa. Un problema que tuvo el sistema financiero japonés fue que la economía creó un limbo de poder. Los mercados de capitales no eran lo suficientemente fuertes para poner en marcha una supervisión significativa a los bancos pero los burócratas estatales tampoco eran ya capaces de imponer decisiones rápidas. Los inversionistas deben tener cuidado con quién está tomando las decisiones efectivamente hoy en China y preguntar si tienen el poder para poner en marcha medidas impopulares. Los líderes no están unidos.

Por supuesto, hay un séptimo tema que podría incluso contrarrestar los primeros seis puntos: las altas reservas de dólares que tiene China. Después de todo, otra lección de la historia japonesa es que si un país tiene mucho poder financiero, puede recapitalizar sus bancos y aliviar el shock económico si hay una burbuja. China ya lo hizo en 1999, con una mini crisis en la banca; si la burbuja actual estalla, podría hacerlo de nuevo.

A medida que crece la burbuja china, más difícil será salir después, particularmente dado que las cifras apuntan a una desaceleración del crecimiento. Mejor esperar que los chinos aprendan la lección correcta; de lo contrario, los japoneses les dirán “te lo dije”.

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