La contaminación sería tolerable si simplemente implicara no poder ver el cielo o soportar algunos malos olores. El triste
hecho, sin embargo, es que está enviando a millones hacia una muerte temprana.
En América Latina y el Caribe 100 millones de personas conviven con una mala calidad del aire y son vulnerables a sufrir serios problemas de salud. La contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud de nuestros tiempos y se estima que una de cada nueve muertes en el mundo es el resultado de condiciones relacionadas con este problema.
Los latinoamericanos también están en riesgo por la contaminación del agua y del suelo. El Caribe, que evoca imágenes de aguas turquesas y corales prístinos, es considerado uno de los mares más contaminados con plásticos en el mundo. Alrededor del 25% de todos los ríos de la región sufren una severa contaminación por patógenos, el costo económico de la exposición infantil al plomo asciende a 2% del PIB y el uso incorrecto de pesticidas afecta agudamente a los ecosistemas y a los pequeños agricultores.
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La contaminación crea cargas desproporcionadas en todo el mundo. Afecta a mujeres y hombres de manera diferente, y tiene un mayor impacto en los pobres y los vulnerables, como los ancianos, los niños y las personas con discapacidad. Los ciudadanos de América Latina y el Caribe están más conscientes que nunca de cómo la contaminación afecta sus vidas y están exigiendo acciones.
Frenar la contaminación es vital para proteger los sistemas naturales que no sólo respaldan los medios de subsistencia de miles de millones de personas, sino que también sustentan toda la vida en la Tierra. Es por eso que la tercera sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que tendrá lugar del 4 al 6 de diciembre en Nairobi, eligió el tema "Hacia un planeta sin contaminación". Puede sonar como un objetivo elevado, pero es alcanzable.
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Gobiernos, científicos, expertos, financistas, grupos comunitarios e intelectuales de todo el mundo se reunirán para discutir soluciones innovadoras para poner fin a la contaminación.
Durante demasiado tiempo se ha entendido que el medioambiente debe ser sacrificado a cambio de la prosperidad. Enfrentar la contaminación se ha considerado un costo no deseado para la industria y una desventaja para el crecimiento económico.
Pero las tendencias mundiales están demostrando que este ya no es el caso. Ahora está claro que el desarrollo sostenible es la única forma de desarrollo que tiene sentido, incluso en términos financieros y económicos. El impulso hacia un planeta sin contaminación brinda la oportunidad de innovar y ser más competitivos.
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La revolución energética que se desarrolla actualmente es un desencadenante del cambio, al igual que la creciente movilización en torno al clima. El abaratamiento en los costos de la energía a partir de fuentes renovables, como la eólica y la solar, implica que los países que están alejándose de los combustibles fósiles obtendrán los mayores beneficios para sus economías y el medioambiente. Estos países tendrán redes de transporte mejores y más rápidas, y matrices eléctricas más flexibles.
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Con la transición al desarrollo verde y sostenible en marcha, ahora debemos centrarnos en cómo intensificar y acelerar estas tendencias para proteger el medioambiente, combatir el cambio climático y frenar la contaminación. Tal y como lo veo, hay cinco piezas críticas en este rompecabezas:
Necesitamos liderazgo político y asociaciones. Un pacto mundial sobre la contaminación garantizaría un compromiso sostenido al más alto nivel y haría de la prevención una prioridad para todos. También alentaría a los formuladores de políticas y otros socios clave, incluido el sector privado, a integrar la prevención en la planificación nacional y local, los procesos de desarrollo y las estrategias comerciales y financieras.
Necesitamos las políticas correctas. Es necesario fortalecer la gobernanza ambiental, con medidas específicas contra los
contaminantes más agresivos mediante evaluaciones de riesgos y una mejor aplicación de la legislación ambiental, incluidos los acuerdos ambientales multilaterales y otras medidas.
Necesitamos una nueva manera de dirigir nuestras vidas y economías. Se debe promover el consumo y la producción sostenibles a través de una mejor eficiencia de recursos y cambios en el estilo de vida. Se debe priorizar la reducción y el manejo de los desechos sólidos.
Necesitamos invertir en grande. Movilizar las finanzas y la inversión hacia oportunidades bajas en carbono y una producción y consumo más limpios impulsará la innovación y ayudará a contrarrestar la contaminación. También se necesita un mayor financiamiento para la investigación, el control de la contaminación, la infraestructura, la gestión y el control.
Y, finalmente, necesitamos promover la acción. Los ciudadanos deben estar informados e inspirados para reducir su propia huella de contaminación y abogar por compromisos audaces de los sectores público y privado contra la contaminación. Con la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente a poco más de un mes, ahora tenemos la oportunidad de aumentar drásticamente la ambición de nuestros objetivos. Estoy seguro de que América
Latina y el Caribe será determinante en el movimiento para lograr un mundo sin contaminación.
*El autor es director ejecutivo de ONU Medio Ambiente.