En un país como Chile, repleto de maravillosos escenarios naturales, Santiago suele ser solo la puerta de entrada y salida para muchos turistas extranjeros. Pero para quienes viven aquí, un fin de semana largo como éste, donde pocos salen fuera de la ciudad (considerando la fecha), puede transformarse en un momento ideal para recorrer los íconos clásicos que entusiasman a los turistas y que durante el año no nos damos el tiempo para conocer o revisitar.

Miradores naturales, de cristal o cemento, parques enormes, edificios históricos, barrios bohemios y otros que tratan de emular Manhattan, son algunas de las paradas imprescindibles para tomarle el pulso a esta vieja, pero a la vez moderna ciudad.

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Cerro de San Cristóbal

Es un destino clásico que conviene volver a visitar al menos cada cinco años, para actualizarse. Muy atrás quedó su fama de peligroso y posee una amplia infraestructura para ciclistas. Forma parte del conjunto de montañas del Parque Metropolitano de Santiago. Un enorme jardín urbano de más de 700 hectáreas de extensión más grande de Latinoamérica y también uno de los más grandes del mundo. Empezó a construirse en 1916 y, como curiosidad, sepa que fue creado artificialmente y sus árboles fueron plantados en distintas épocas. En el parque está el zoológico, el Jardín Botánico y la reciente renovación del Jardín Japonés.

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Barrio Bellavista

Para los amantes de los rincones con "onda e historia", a pesar de la fuerte arremetida en los últimos años de los barrios Italia y Lastarria, Bellavista sigue siendo un clásico. El denominado "distrito bohemio, cultural y artístico" de la capital y uno de sus referentes gastronómicos, tiene más de 80 tipos de restaurantes internacionales. Allí encontrará teatros, bares, museos y un ambiente de fiesta casi permanente que inunda sus coloridas calles llenas de murales de arte callejero. En este barrio está también una de las tres casas del poeta Pablo Neruda, hoy convertida en museo: "La Chascona", con su fachada azul.

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Mercados

Otro barrio clásico. La Vega y el Mercado Central son las principales atracciones, pero caminando sólo unos minutos, vale la pena ir con tiempo a Patronato. Allí, en unas cuantas cuadras pasará de un barrio chino al "turco" (árabe) o al puramente latino. Tal es la mezcolanza de productos y culturas.

Junto a las pequeñas tiendas a pie de calle que ofrecen los productos más variopintos, aunque abunda todo tipo de ropa para mujer, proliferan puestos y tenderetes en las aceras -a veces prolongaciones de los mismos locales- que también ofertan toda clase de mercancías.

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Centro histórico

La plaza de Armas es el kilómetro cero de la ciudad y desde él parten los principales paseos. En torno a la plaza, construida por los españoles y según las prácticas urbanísticas de la época, se ubican distintos edificios de estilos diversos, como el antiguo Palacio de los Gobernadores o de los Presidentes, que luego pasó a ser la Casa de Correos; la catedral, que data de 1748 y que tardó casi 150 años en construirse, o la antigua Municipalidad. En la plaza abundan los músicos y artistas callejeros.

Detrás de la misma están los edificios de los Tribunales de Justicia y la antigua sede del Congreso Nacional, hoy trasladada a Valparaíso. A la derecha, verá el edificio del Museo Chileno de Arte Precolombino, el más importante del país junto con el Histórico Nacional.

A 500 metros, está uno de los edificios más simbólicos de Santiago, el Palacio de La Moneda. A su espalda, está la Alameda, donde al recorrerla, puede visitar otro famoso cerro, el de Santa Lucía. En pleno corazón de la ciudad este parque, a unos 600 metros de altura, es uno de los más concurridos y ha sido testigo mudo de los vaivenes de la capital desde su fundación.

Torre Costanera

Es el edificio más alto de Latinoamérica, con más de 300 metros de altura, y forma parte de un gran complejo que integra otras tres torres de entre 105 y 175 metros. La Gran Torre de Santiago o Costanera se ha transformado en uno de los más espectaculares miradores 360° de la ciudad. El acceso a los pisos 61 y 62 se hace en un suspiro -50 segundos que ni notará en los ascensores ultrarrápidos-, previo paso por la boletería.

Desde el piso 62, las vistas tienen el atractivo de que son a cielo descubierto. La subida merece la pena, pero asegúrese de que el cielo esté despejado (skycostanera.cl).