Por qué la alta dirección de JPMorgan fracasó en identificar los US$2.000 millones de pérdidas de la oficina central de inversiones este año? No hay escasez de explicaciones posibles: un encubrimiento de los operadores, modelos defectuosos de los computadores, contabilidad deficiente, falta de supervisión y la excesiva complacencia, han sido todas razones culpadas.
Para obtener otro punto de vista, miremos a una fascinante pieza de Henry Hu, profesor de finanzas en la Universidad de Texas. Durante los últimos tres años, él ha estado trabajando en la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, su sigla en inglés), desarrollando sistemas para sanear los mercados financieros. Sobre esa base, ha logrado crear unas ortodoxas, si no radicales, conclusiones sobre la naturaleza de la “transparencia”, ya sea en JPMorgan, o en cualquier otro lugar.
Hasta ahora, como su trabajo sostiene, los reguladores y los políticos han presumido de forma generalizada que la mejor manera de hacer más transparentes los mercados es colocar una carga de información más grande en “intermediarios” como los bancos, administradores de activos, empresas, y así sigue la lista. Porque en el “paradigma de la divulgación SEC”, argumenta Hu, estos intermediarios eran consideraros los principales canales de información acerca de “la realidad financiera subyacente”. Por lo tanto, si tan sólo pudieran producir informes más precisos, los inversionistas y los reguladores tendrían una mejor idea de cómo funciona el mundo. O al menos esa era la teoría.
Existían precedentes para apoyar esta tesis. Aunque el profesor Hu no explora esto, después de la crisis de 1929 los reguladores obligaron a las empresas a hacerse mucho más transparentes en la oferta de los documentos e informes corporativos. Esto fue crucial para restablecer la confianza en los mercados de renta variable. Tanto es así, que algunos directivos de los bancos han sostenido en el último tiempo que esta lección debería ser reproducida en la actualidad. Un par de años atrás, por ejemplo, Josef Ackermann, el ex director ejecutivo del Deutsche Bank, pidió que se comunicara de mejor forma los valores respaldados por activos, precisamente porque quería repetir esa lección de las acciones de los años ‘30 en el crédito moderno.
Hu es bastante cínico acerca de si esto puede funcionar. La razón es que los avances tecnológicos y la innovación financiera no sólo han vuelto muy complejos de describir a los flujos financieros y los instrumentos, sino que los propios intermediarios financieros son tan complejos que no están bien situados para dar sentido a los cambios de los flujos de información.
Hace 80 años, las compañías podrían haber sido capaces de ofrecer real transparencia de activos de los inversionistas en sus resultados; en la actualidad incluso JP Morgan lucha por entender qué está ocurriendo dentro de sus libros de derivados. Por lo tanto, aunque JP Morgan quisiera transparentar su situación sobre sus controvertidas posiciones en CDX IG 9, digamos, esto se hace cada vez más difícil. Como Hu señala, el sistema financiero del siglo XXI se está haciendo sencillamente “demasiado complejo de describir”.
Entonces ¿hay alguna solución? Hu ofrece una luz de esperanza, al notar que los mismos avances tecnológicos que provocaron la complejidad financiera podría entregar también algunas respuestas.
Aunque eso suena prometedor en teoría -y es precisamente la lógica que ha llevado a la reciente creación de la Oficina de Información Financiera en Washington- sería absurdo poner muchas esperanzas en que esto ocurra pronto. No importa que el OFR siga intentando salirse del marco, incluso las instituciones existentes, como la SEC, están luchando para hacer sentido a los flujos de datos. Este verano (boreal), la SEC debe a empezar a recibir una avalancha de datos sobre las posiciones de fondos de cobertura por primera vez. Pero tiene escasos recursos: su personal apenas sabe cómo manejar este diluvio.
Así que eso lleva a otra polémica conclusión: si algunos bancos hoy en día son “demasiado complejos de entender”, entonces quizás es hora de reconocer que también son “demasiado complejos para existir”, según el profesor Hu. O, para decirlo de otro modo, si usted quiere una razón para terminar con los bancos, no tiene que preocuparse sólo del problema “demasiado grande para quebrar”. El peligro real es que las instituciones financieras y los mercados se están haciendo “demasiado grandes para entenderlos”, y, por lo tanto, necesitan ser reducidos y simplificados.
Algunos banqueros nunca aceptarían esto. Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan, ha despreciado esa línea de pensamiento. Sin embargo, personalmente, creo que los instintos de Hu son correctos. Mientras tanto, espero con ansias a ver el informe explicativo que JPMorgan ha prometido proporcionar acerca de su pérdida, donde mostrará exactamente por qué el argumento del profesor Hu sobre el “paradigma de la divulgación SEC” debe ser debatido, y más allá de la SEC.
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