La semana pasada, en Viña del Mar, se reunieron delegaciones de 15 países del área Asia-Pacífico en una cumbre marcada por la voluntad de continuar profundizando la apertura comercial en un cuadro donde el mayor mecanismo en desarrollo, el TPP, ha quedado en suspenso tras la decisión del Presidente Donald Trump de retirar a EEUU del pacto. Su medida abrió un debate acerca de la conveniencia o no de intentar rescatar lo que se pueda de un TPP ya sin Washington o explorar nuevas opciones. Las señales apuntan a la reformulación del acuerdo, protegiendo sus altos estándares, e incorporar en el futuro modelo de integración a China, país que estuvo representado en Viña y que ha insistido en que está disponible para liderar un pacto multilateral de libre comercio en la zona hoy más dinámica del planeta, el que necesariamente superaría al TPP, donde Beijing no participó. Es conveniente que Chile, aun siendo un país pequeño en este espacio económico, haya asumido un rol significativo en la defensa de la apertura comercial, ya que la liberalización de los intercambios es fundamental para la economía nacional y no se puede descartar que EEUU revalúe el TLC con Chile en función de cómo decante el conflicto dentro del Nafta. La nueva estrategia proteccionista de Trump obliga a intensificar el desarrollo de todos los mecanismos globales de integración económica.
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