El presidente Barack Obama y John Boehner, el vocero republicano de la Cámara de Representantes, se dirigen a la ronda final de negociaciones sobre el precipicio fiscal, en medio de crecientes esperanzas por un acuerdo después de que redujeran diferencias clave en los últimos días.
Boehner dijo ayer que estaba preparando un plan de respaldo en caso de que las negociaciones fracasaran, proponiendo una votación en la Cámara baja para evitar un aumento de impuestos para los que ganan menos de US$1 millón.
Pero la medida -que fue rechazada por la Casa Blanca - fue vista más como un intento de forzar concesiones de Obama que una señal de que las conversaciones estaban colapsando.
Obama y Boehner han llevado a cabo conversaciones cara a cara varias veces durante la última semana, en un intento de encontrar un terreno común. Ellos se enfrentan a un plazo bien estricto. A menos que se llegue a un acuerdo para el 1 de enero, EEUU se verá afectado por US$600 mil millones en impuestos automáticos y aumentos de gasto.
Mientras intentan elaborar un acuerdo general de reducción del déficit, ambas partes están enfrentados a la creciente presión de las alas de sus partidos de no comprometerse.
En este contexto, Obama y Boehner está tratando de limar sus asperezas en cuatro áreas clave: impuestos, gastos, estímulos y préstamos.
Tanto Obama como Boehner han dado grandes pasos de acercamiento en torno a cobrarles impuestos a los de mayores ingresos en los últimos días, abandonando las posiciones que han mantenido por mucho tiempo y que han sido fuente de fricción por años.
Primero, Boehner dijo que permitiría que las tasas de impuestos aumenten de 35% a 39,6% para los que ganan más de US$1 millón, un cambio en comparación a su anterior oposición a cualquier subida de impuestos.
Después, Obama dijo que ya no estaba buscando mayores impuestos a hogares que ganaran más de US$250.000, una posición con la que ganó con éxito las dos elecciones presidenciales de 2008 y 2012. Obama dijo que podría conformarse con un umbral más alto, y dejó que las subidas de impuestos partieran de los US$400.000. Un compromiso final podría caer en algún lugar en el medio.
Además, para completar un paquete valorado en más de US$1 billón (millón de millones) en ingresos de más de 10 años, Obama y Boehner quieren poner en marcha un proceso de reforma fiscal el próximo año que podría limitar las deducciones y bajar las tasas para las empresas y los individuos.
Obama y Boehner están más cerca de lo que lo han estado en llegar a un acuerdo sobre un paquete nuevo de las reducciones de gastos. El lunes, Obama hizo una gran concesión cuando apoyó un plan para introducir una medida menos generosa de inflación - conocida como el índice de precios al consumidor encadenado - en los cálculos de los beneficios del gobierno, incluyendo pagos a las pensiones de Seguridad Social.
La Casa Blanca también está ofreciendo US$400 mil millones en reducciones de gastos de salud, que siguen siendo un punto de fricción porque a los republicanos les gustaría ver recortes más drásticos.
Cualquier acuerdo probablemente también incluya otros recortes a los programas de gastos obligatorios. Los recortes aprobados en cualquier paquete reemplazaría el “secuestro” - una mezcla de US$100 mil millones anuales a todos los programas gubernamentales a los que se oponen tanto republicanos como demócratas.
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