Casi no hay diálogo entre empleadores, educadores y alumnos. Esa fue una de las lapidarias conclusiones de un estudio de la consultora McKinsey, dado a conocer en septiembre de 2013. La investigación recogió la experiencia de nueve países de distintos contextos geográficos y socioeconómicos.
Y justamente uno de los focos de Actitud Lab es derrumbar esa desconexión entre dichos elementos clave para el desarrollo del país. El objetivo de esta empresa creada por Sebastián Errázuriz en 2009, es acercar al mundo corporativo y al de la educación, para así lograr insertar una serie de valores. Principalmente el emprendimiento y el liderazgo.
"Chile es un país bastante pesimista. Tendemos a mirar el vaso medio vacío. ¿Cómo logramos romper eso y crear un país que tenga una real cultura innovadora? Conversamos y entrevistamos a gerentes de muchas empresas y nos dimos cuenta que lo que más se aprecia de un ejecutivo no son sus conocimientos. Sino, sus valores y capacidad de innovar", explica Sebastián Errázuriz, CEO de Actitud Lab. Y agrega: La conclusión fue lógica: la base para lograr esto radica en la educación.
LA FÓRMULA
La metodología consiste en una especie de consultoría, capacitación e intervención en los establecimientos educacionales. Para ello, un grupo de profesionales realizan clases, junto con el profesor titular.
Esto además logra que el mundo de las empresas y el de la educación se comuniquen. Actitud Lab trabaja con distintas empresas para que sus colaboradores se dirijan a los recintos educacionales por un periodo de 1 ó 2 horas semanales.
"Por ejemplo, en el caso del emprendimiento, los alumnos deben idear proyectos y luego generarlos, haciéndose cargo del mismo y trabajando en equipos de no más de cinco personas", dice Errázuriz.
Para esto, necesitan adherir cinco cualidades, que son la columna vertebral de la fórmula: compartir (mostrar a otros), imaginar (lo nuevo), hacer (atreverse), empatizar (ponerse en el lugar del otro) y definir (trazar el camino que quieren).
En la segunda fase viene el aprendizaje del liderazgo, donde se reflexiona acerca de lo que esperan los estudiantes para su futuro y cómo trabajarán para conseguirlo.
El procedimiento no distingue realidades. Sirve para cualquier establecimiento educacional. Es así como ya han trabajado con liceos técnicos de Puerto Montt y colegios particulares como el María Luisa Bombal, de Vitacura y el Puerto Varas, de dicha ciudad sureña. En total, ya han llegado a más de 5.000 alumnos.
"El modelo no hace distinción de la realidad socio-económica. Las herramientas están basadas en habilidades blandas, más que recursos materiales. La clave, eso sí, es lograr que los directores de los establecimientos entiendan la importancia de dar este giro en la educación. El apoyo de ellos, así como de los profesores y apoderados es fundamental", concluye Errázuriz.