Durante la tercera semana de noviembre, el costo de la energía en la zona centro-sur del país llegó a su menor nivel en once años. Así, mientras en los tiempos de la crisis del suministro de gas argentino se llegó a niveles de US$200/MWh en Alto Jahuel, hace pocos días dicha cifra en el mismo punto promedió los US$22/MWh. En esto incidió de manera importante la mayor participación de las fuentes hídricas -que alcanzaron al 69%- y de las energías renovables no convencionales (ERNC). Sólo el 15% de la generación tuvo como origen las fuentes térmicas convencionales, principalmente de centrales a carbón.
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Si bien en este comportamiento contribuyeron de manera importante las lluvias que se produjeron en el período en las zonas centro y sur del país -pese a que hidrológicamente este aún es considerado un año seco-, eso no lo explica todo por sí solo. De ahí que sea necesario destacar dentro del mix el papel que están cumpliendo las ERNC, dado que de acuerdo con lo que señalan los expertos, en las horas de menor demanda -que suelen ser en la noche- esta se alcanza a cubrir con centrales con costo variable cero.
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Debido al contexto es necesario recalcar que más que declararse a priori partidario de un tipo u otro de energía, el país debe apuntar hacia una matriz energética que sea lo más eficiente posible, por cierto que en materia de costos, pero también teniendo como objetivo ser sostenible en el largo plazo.
Lo anterior cobra especial relevancia cuando se está ad portas de un cambio de Gobierno, proceso en el que será clave que las definiciones que se hayan tomado mantengan las condiciones para que el sector privado participe de forma competitiva en las diferentes áreas del sector energético.
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