El control de SQM es un bien preciado que ha sido motivo de emblemáticas disputas empresariales como la que hace unos años protagonizaron la canadiense Potash Corp (PCS) y Julio Ponce, quien finalmente a través de un pacto con los japoneses de Kowa, controla la entidad con el 34%. Han pasado años desde entonces, pero el apetito por el control de la minera no metálica crece, sobre todo tras la formulación de cargos de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS).

Al menos tres grupos económicos tantearon terreno para ver qué posibilidades hay de conversar sobre el control de la cascada, interés que ha venido creciendo desde septiembre pasado, pese a que la negativa de Ponce por desprenderse de la entidad es conocida. Sin embargo, igualmente de conocida es la estrecha situación financiera en que se encuentra la cascada; sin considerar aún las eventuales multas que curse la SVS tras concluir la investigación del mediático caso.

En este escenario, fuentes de mercado afirman que se han hecho presentaciones a distintos inversionistas, principalmente aquéllos con participación en la industria minera, vaticinando el panorama económico del controlador e incorporando los eventuales efectos económicos que genere una sanción del regulador.

De hecho, ejecutivos de la plaza han sido promotores de levantar capital para sondear un acuerdo con Ponce, sin embargo esto no ha prosperado.

Un interés de PCS no es descartable. En febrero, Bill Doyle, CEO de la canadiense sostuvo: “Nos gustaría tener el control allí y yo pienso que hay una posibilidad para hacerlo en el camino”. Para ello, no obstante, se requeriría un cambio de estatutos que permita a cada accionista tener más del 32% de la compañía.

¿Un precio?

La capitalización bursátil de Norte Grande es de aproximadamente US$380 millones, lo que valoriza el 67,53% de Inversiones SQYA en cerca US$250 mills. Sin embargo, los precios de mercado no necesariamente reflejarían el valor de la cascada.

En esta fórmula se incorporaría el descuento que existe sobre el activo subyacente (SQM), que en la actualidad es cercano al 80%. De esta forma, la porción de SQYA valdría, al menos, US$1.250 mills., sin considerar un premio por el control ni tampoco los factores de mercado.

Por un lado, fuentes de PULSO que están al tanto de este proceso sostienen que dicho premio, eventualmente, podría ser cercano al 30%; lo cual se suma a los argumentos que sostienen que el precio y la capitalización de mercado que hoy muestran tanto SQM como la cascada están afectados por asuntos coyunturales. Hoy el ADR de la minera no metálica cotiza en torno a los US$30, pero su promedio en los últimos cinco años es de US$44,7, por ejemplo.

La estrechez financiera.

En medio de este panorama, la delicada situación financiera de la cascada no pasa inadvertida.

Recientemente Norte Grande y Oro Blanco se capitalizaron con US$92 mills. y US$120 mills., con tal de pagar un bono emitido por esta última en EEUU, proceso que mutó en cuanto a los montos pero cuyo origen fue por iniciativa del propio Ponce a través de una carta enviada a la SVS en la que reconocía que el grupo empresarial pasaba por “una situación financiera y crediticia delicada”, producto de los efectos de la crisis del potasio.

La caída en los precios de la cascada afecta, al mismo tiempo, las garantías de sus acreencias bancarias. Calichera debe garantizar con acciones de SQM el triple del monto adeudado, mientras que Oro Blanco el doble con títulos de Calichera.

Un escenario complejo que, en algún grado, puede aliviarse con el reparto de dividendos extraordinario de US$230 mills. de SQM, lo cual se define este lunes en junta de accionistas, que significarían ingresos de US$70 mills. para Calichera.

Un escenario que de darse, para el entorno de Ponce vendría a validar la tesis de que la investigación de la SVS tuvo como trasfondo el interés de algunos actores por que pierda el control de SQM -hipótesis que hoy están en manos de la Fiscalía Centro Norte. Y es que si un actor tomara el control de SQYA, podría tener que lanzar una OPA aguas  abajo al menos, al valor par del subyacente, eliminando el descuento holding, llevando a una ganancia no menor para los inversionistas minoritarios.