El gobierno iraquí, dominado por mayoría chita, lanzó ataques aéreos contra posiciones insurgentes suníes en la segunda ciudad del país, Mosul, a medida que fuerzas islamistas se precipitaban hacia la capital y las tropas kurdas tomaban el control de la ciudad petrolera clave de Kirkuk.

Los últimos movimientos de los principales grupos étnicos y sectarios del país elevaron los temores de que se profundizara la división de facto de Irak, en áreas separadas de chiítas, kurdos y sunitas. “El estado de Irak está en inminente colapso”, dijo Faisal Istrabadi, ex embajador adjunto de Irak en la ONU.

La televisión estatal transmitió imágenes de lo que describió como ataques aéreos contra posiciones insurgentes en Mosul, la capital de una provincia rica en petróleo, que fue tomada el martes por militantes del Estado Islámico de Irak y Siria (conocido como ISIS), tras lo que las fuerzas iraquíes abandonaron sus posiciones.

Acciones de exploradoras de petróleo centradas en el norte de Irak cayeron, ante el temor de los inversionistas de que la violencia se extienda a Kurdistán, a 80 km de distancia. Sin embargo, las firmas trataron de tranquilizar a los nerviosos inversionistas con que los acontecimientos en Mosul no iban a afectar las operaciones.

En medio de la creciente preocupación en occidente y en la región por el rápido giro de los acontecimientos, EEUU examinaba ataques aéreos y otras formas de acción militar directa contra los insurgentes.

La Casa Blanca, no obstante, es profundamente reacia a participar de nuevo en la guerra de Irak. El presidente Barack Obama se negó a descartar posibles respuestas a la violencia. “Lo que vimos los últimos días indica que Irak necesitará más ayuda” de  EEUU y la comunidad internacional, dijo en la Oficina Oval. La Casa Blanca había estado trabajando “ a contra reloj” en las opciones de cómo responder, afirmó.

Nouri al-Maliki, primer ministro de Irak, pidió un ejército de voluntarios para combatir a los insurgentes invasores, y un poderoso clérigo chií instó a la creación de una milicia para defender los lugares santos del sur iraquí de ISIS y sus aliados, que luchaban por el control de Samarra y otros pueblos sunitas en la carretera al sur de Mosul, hacia Bagdad, donde una iniciativa del primer ministro Nuri al Maliki para obtener de los líderes sunita, chiíta y kurdos poderes extraordinarios, no logró reunir el quórum en el Parlamento.

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