Se acerca fin de año, y con ello, el análisis de los desafíos que debemos enfrentar el próximo período. La discusión en torno al proceso eleccionario, no ha dado suficiente relevancia al rol del emprendimiento como agente fundamental para lograr el reimpulso que la economía del país requiere.
Hoy, nuevamente tenemos la oportunidad de entender el papel que juegan el emprendimiento de alto impacto y la innovación dentro de nuestra economía, capaz de aportar al PIB del país, mejorar la productividad y crear empleos de calidad. Son verdaderos agentes de cambio. Sólo en 2016 los emprendedores Endeavor generaron US$1.163 millones al país y crearon más de 18 mil empleos de calidad.
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El futuro del país podría estar mucho más determinado por el emprendimiento y su ecosistema. Durante las últimas décadas ha habido avances en políticas y programas de apoyo, reflejando una intención de poner el tema en la agenda. Hemos visto -por ejemplo- un aumento de las incubadoras nacionales, alcanzando en la actualidad más de quince organismos validados por Corfo, destinados a apoyar empresas en etapas tempranas de emprendimiento.
Pero aún faltan recursos y prioridad para que estos emprendimientos crezcan y pasen a ser casos de éxito. Recibimos con preocupación la disminución de un 2% del presupuesto en ciencia, tecnología e innovación anunciado para 2018, porque afecta uno de nuestros mayores desafíos: lograr que los proyectos de emprendimiento se transformen en empresas líderes a nivel mundial.
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En el sector privado también hay desafíos. Los empresarios tienen la gran responsabilidad de hacer transferencia de conocimiento intergeneracional y no sólo apoyar con recursos. Deben ser capaces de guiar, aconsejar, acompañar y compartir sus experiencias con quienes están iniciando un proyecto.
La coordinación y sinergia entre el mundo público y privado es también un elemento a abordar. La creación de redes donde convivan diversos actores, como universidades, incubadoras, co-works, medios de comunicación, entidades privadas y Gobierno, es clave para identificar y potenciar los ámbitos económicos en los que somos líderes. Debemos potenciar el intercambio de bienes y servicios con disminución de trabas y regulaciones que promuevan la internacionalización del emprendimiento, como lo que se busca a través de la Alianza del Pacífico.
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A los emprendedores, hacemos un llamado a asumir el desafío y fortalecer la motivación de crecer e internacionalizar sus compañías, pensando en grande, viendo las oportunidades que hay más allá de nuestras fronteras y luchando por pasar de ser start up a scale up, o sea, emprendimientos con intenciones de expansión. Eso genera un verdadero impacto en la economía chilena. Urge tener casos de unicornios nacionales, emprendimientos valorados en más de US$1.000 millones, y ojalá varios casos de centauros, compañías que se valúan en más de US$100 millones.
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Esperamos fuertemente que el emprendimiento, y sobre todo el emprendimiento de alto impacto, deje de ser tomado como una herramienta de política comunicacional, y sea abordado como un agente de movilidad económica y social, que nada impida el avance del país a una ruta de progreso, desarrollo y liderazgo regional.
*La autora es directora ejecutiva Endeavor Chile.