Este podría ser el momento más difícil de Barack Obama. Ordenar el asalto a Osama bin Laden en Libia, la entrada en Afganistán (y ahora la salida), e incluso dar el "vuelco" hacia Asia - ninguno se compara en potencial impacto de sus decisiones en Siria.

Si el presidente Obama se retracta de atacar con misiles o lo evade por demasiado tiempo, va a disminuir cualquier ventaja que EEUU tiene sobre el Medio Oriente y destruirá su propia credibilidad en el escenario mundial. Sin embargo, si sigue adelante, como parece probable, se correrá el riesgo de someter a EEUU a una creciente guerra civil que no podría nunca resultar en "victoria".

Es un dilema poco envidiable: ¿quiere correr el riesgo de impotencia al estilo Jimmy Carter o un error histórico al estilo Lyndon Johnson? Hasta ahora, Obama no ha manejado este acertijo muy bien.

Como ha sido el caso antes, la sospecha es que su respuesta está informada más por la política doméstica que la estrategia diplomática a largo plazo. Hasta los ataques químicos del 21 de agosto, el enfoque de Obama había sido principalmente meter la cabeza en la arena y esperar que la guerra en Siria no molestara.

Hace casi exactamente un año, anunció que el uso de armas químicas en Siria constituiría una "línea roja" para él. Un año antes de eso, dijo que Bashar al-Assad debía abandonar Siria.

Ahora que Assad claramente ha cruzado la línea, Obama está abandonando su discurso anterior sobre un "cambio de régimen". Los ataques con misiles serán limitados y punitivos, la Casa Blanca ha dejado claro. Después de eso, Siria supuestamente volver a una guerra civil contenida sin mayor reflexión de las armas químicas. Mientras tanto, Assad puede dormir tranquilo en su palacio presidencial.

A nivel estratégico, este es un mensaje confuso. Como Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional de Carter, dijo a Deutsche Welle el miércoles, si Obama tiene una estrategia sobre Siria, "es un secreto muy bien guardado".

Sin embargo, a nivel operativo, la Casa Blanca ha estado telegrafiando un inusual nivel de detalle sobre la posible línea de tiempo, duración y calidad de ataques por venir (con misiles en 50 o menos objetivos militares durante un período de tres días máximo). Tal vez las reuniones de la Casa Blanca son parte de una cortina de humo elaborada para engañar a Damasco.

Lo más probable, sin embargo, es que sean un intento de tranquilizar a la opinión doméstica de EEUU y al mundo de que los próximos ataques marcarán tanto el principio como el fin de la intervención militar de EEUU en Siria. La preferencia inicial, que no resultó, era terminar con los ataques antes del Día del Trabajo (2 de septiembre).

Las cosas rara vez son tan simples. El miedo debe ser que EEUU se deje atrapar por una ampliación de la misión. Los ataques con misiles que se acercan van a ser en parte sobre defender la credibilidad de Obama. Se comprometió a tomar medidas si las armas químicas entraban en la escena y probablemente lo hará.

Hasta aquí todo bien. ¿Pero qué sucede si el régimen sirio utiliza armas químicas de nuevo? ¿O si Assad dispersa lo que queda de su arsenal químico por todo el país? ¿Podría Obama arriesgar que Al Qaeda, o Hezbollah, consigan un poco de ella? ¿Qué pasaría si ataques estadounidenses hacen que Rusia e Irán redoblen su apoyo al régimen de Assad? ¿O si Assad intensifica sus esfuerzos por matar a opositores y civiles por todos los métodos no químicos disponibles, que es como el 99% de las 100 mil muertes que se han producido en Siria? En cada caso, la credibilidad de Obama estará en riesgo.

No hay duda acerca de impulso moral de Obama. El presidente de EEUU está claramente consternado por el uso de armas químicas y quiere asegurarse de que no quede impune.

La duda es sobre su claridad estratégica. No hay ningún oficial del ejército de EEUU que aprobaría la filtración de datos precisos antes de un ataque, salvo como táctica ofuscadora - y nadie en el Pentágono filtró estos detalles. Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto, lo ha dejado claro con frecuencia que él no cree que haya una solución militar de EEUU para Siria.

Como comandante en jefe, es el rol de Obama decidir si la intervención de EEUU está en el interés nacional central del país. Es muy posible que sea la decisión correcta. Pero no podrá ser capaz de mantener la pretensión de que no va a intervenir en Siria cuando sí lo hará por mucho tiempo más. Sería mejor si Obama prepara al público estadounidense para la posibilidad de que los próximos ataques puedan ser sólo el comienzo. La guerra está siempre llena de incertidumbres.

De cualquier manera no debiera haber duda de que este es el pantano hacia el que Obama se dirige.

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