Cuando la aventura de volar está en las propias manos

En los últimos años el fanatismo por pilotar o tener un avión propio ha crecido. En 2008 existían cerca de 150 pilotos activos aprobados por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC ) y 180 aviones registrados por la misma entidad. Hoy el número de pilotos llegó a los 200 pilotos, además hay cerca de 300 aviones inscritos y al menos 200 activos.
Las naves más populares para practicar este deporte son los llamados “ultralivianos”, donde hay modelos monoplaza (un asiento) y biplaza (dos asientos). Vuelan de la misma manera que un avión convencional, pero no deben pesar más de 160 kilos. Existen muchos tipos de Ultra Liviano Motorizado (ULM) con ala baja o alta; con motor adelante o atrás; con rueda delantera o trasera; terrestres y otros con esquíes para la nieve o incluso para posarlos sobre el agua.
Para poder pilotear primero hay que realizar un curso que consta de una parte teórica y otra práctica, de 15 horas cada una. Entre sus requisitos están tener buena salud, mayoría de edad y contar con al menos $1.500.000, que es lo que cuesta el curso más barato. “En general, los que realizan el curso son personas sin conocimientos previos de aviación y de diferentes profesiones (médicos, empresarios, agricultores, profesores, ingenieros”, cuenta Leandro Franchi, director comercial de Aerointer. Finalizado el curso, se obtiene una licencia de piloto otorgada por la DGAC.
Además de dar clases en la escuela, en Aerointer arman aviones del tipo manta (amarillo, arriba en la foto). Para conseguirlo importan piezas desde Estados Unidos y los arman acá, igual como lo hace la mayoría de los fabricantes nacionales. El precio de los aviones puede variar. “Se puede construir un avión que puede llegar a costar cerca de $30 millones, pero también hay básicos ultralivianos sin cabina que se pueden armar por $8 millones o de $12, usados, que les quedan cerca de 500 horas de motor de uso” agrega Franchi. Cada año venden un promedio de 12 aviones, cuyo precio fluctúa entre los 30 y 33 millones de pesos.
Generalmente los que realizan el curso se compran un avión, así es fácil en la práctica pilotar y no hay que comenzar con un tipo de avión y luego pasar a otro. Las personas que no compran uno pueden seguir volando gracias a los arriendos. En promedio, pilotar una hora puede costar $50.000 la hora aproximadamente. Los fines de semana son el tiempo de mayor demanda por estos vuelos.
Para volar
Los aviones que llegan a Chile vienen principalmente de Estados Unidos: desde ahí se importan los kits desarmados y aquí se construyen. Entre las marcas más conocidas en el ámbito de los ultralivianos se encuentran Flightstar, Challenger, Rans y Quicksilver. Estos cuatro fabricantes representan más del 80% de los ULM de instrucción que se usan.
Este tipo de aviones es conocido por ser muy seguro, pues detrás de cada modelo hay muchas pruebas de vuelo y de resistencia estructural. La mayoría de los modelos pueden elevarse hasta más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. Además, debido a su baja masa (peso) y lenta velocidad, pueden aterrizar en muy poco espacio en caso de algún problema (menos de 100 metros). Sobre el combustible -dependiendo del motor- usan entre 8 y 15 litros por hora. Dependiendo del modelo alcanzan una velocidad entre 50 km/h y 150 km/h. Despegan y aterrizan en aeródromos públicos o privados y necesitan de una pista que tenga una longitud de 150 metros, sin embarco, con sólo 50 metros ya están en el aire. En Chile existen cerca de 117 aeródromos públicos y 189 privados.
"El Manta 2.12 es uno de los últimos modelos que ha llegado a Chile. Hemos traído cerca de 24 de ellos ya que la gente lo está pidiendo mucho, es una joya de avión", cuenta Franchi.
Este tipo de aviones cuenta con dos categorías que son las más comunes. “Los ultralivianos son los más básicos y llegan a una velocidad máxima de 65 nudos (120 km/h). Luego, están los aviones LSA que pesan alrededor de 650 kilos y alcanzan los 120 nudos (222 km/h). En ambos casos son para 1 a 2 personas” cuenta Rodrigo Guzmán, instructor de la escuela Ultrasport.
Al igual que los vehículos, estos aviones requieren una mantención que en promedio se hace cada 50 horas y cuestan entre 100 y 150 mil pesos. Esto varía dependiendo de la cantidad de horas de vuelo que tenga la nave.
Daniel Millas hace 25 años llegó a un aeródromo a volar por primera vez. Este arquitecto hoy cuenta con cerca de 3.600 horas de vuelo y es instructor. Él es uno de los que optó por tener su propio avión, un Sequoia Falco F.8L de color rojo, un avión experimental. Pero tiene una particularidad: es el único de su tipo en Chile y es mucho más veloz que los ultralivianos convencionales.
Empresarios como Pedro Pablo Díaz, Carlos Cardoen o los miembros de la familia Martínez, dueña de los casinos Enjoy, son algunos conocidos aficionados a este deporte.
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