Apenas semanas antes de asumir la presidencia de la Unión Europea, Enda Kenny, primer ministro de Irlanda (en la foto), ha recordado a sus colegas de la eurozona algo que han conocido por años pero que todavía prefieren hacer la vista gorda. Si Irlanda busca emerger de su purgatorio financiero, algo de alivio de su montaña de deuda bancaria es inevitable.  Ha llegado el momento de que la eurozona preste atención a este llamado.

Los problemas de Dublín no son enteramente hechos por ellos mismos. Es cierto, cuando el sistema financiero irlandés colapsó después de 2008, los políticos no lograron prever las consecuencias de su decisión de apoyar a los bancos en problemas. Esta no fue una decisión completamente voluntaria. Los bancos irlandeses estaban fuertemente endeudados con otros bancos europeos. Al forzar a Dublín a llegar a un acuerdo, sus pares de la eurozona resguardaron los intereses de sus acreedores a través de la billetera irlandesa.

Luego de acordar un paquete de rescate con la eurozona, Dublín ha sido escrupuloso en su cumplimiento. Este año, aprobó su sexto presupuesto consecutivo de austeridad. Desde 2008, se han implementado €28.500 millones de recortes de gasto y alzas de impuestos. Incluso si la eurozona no acepta que comparte cierta culpa por lo que salió mal, es simplemente justo que premie el comportamiento ejemplar que ha tenido Dublín.

El tema del alivio de la deuda no es sólo mirar hacia atrás. La austeridad está alcanzando límites políticos. Un impuesto a la vivienda en el presupuesto de este año ha llevado a llamados por desobediencia civil. Las leyes que dan a los bancos el poder de embargar viviendas más fácilmente, por las cuales han insistido los prestamistas internacionales, se han sumado a la indignación pública. Darle a Kenny algunas concesiones no sería una señal de debilidad; sería incluso políticamente prudente.

Hay dos medidas que la eurozona puede tomar para ayudar a Irlanda. Primero, debiera acordar dejar a Dublín rediseñar las notas promisorias que Irlanda usa para financiar a sus bancos fallidos. Su carga sobre el presupuesto del gobierno debiera cambiarse hacia el futuro. En segundo lugar, la eurozona debiera acordar mutualizar el rescate bancario a Irlanda a través del Mecanismo de Estabilidad Europeo. Si bien esto se acordó en principio en junio, Europa ha retrocedido.

Finalmente, el argumento más poderoso para el alivio de la deuda es el propio interés de la eurozona. Irlanda necesita volver al financiamiento del mercado a fines del próximo año. Pero dado que el crecimiento está teniendo problemas para repuntar, los inversionistas podrían cuestionar la sustentabilidad de la deuda irlandesa. Quitar parte de esta carga ayudará a Irlanda a ponerse de pie. Esto mostrará a los mercados que los programas de rescate de la eurozona, tal como tienen un precio de entrada, tienen un precio de salida.

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