Esta semana Santiago vuelve a reaparecer como un volcán en latencia. Los espacios que regala el verano, gracias a que muchos se van a descansar fuera de la ciudad, vuelven a convertirse en estrechez. Y nos volvemos a ver amontonados en las calles, en el metro, en los buses del Transantiago, cada uno tratando de hacer su vida de la mejor manera posible.
Pero ese humilde plan está sometido a muchas pruebas. Y sus efectos amenazan no sólo la calidad de vida de sus habitantes, también el desarrollo económico y ambientalde esta región. En definitiva, amenazan con convertir un lugar de oportunidades como es una gran ciudad, en un dolor de cabeza.
Ya lo dice una vez más la OCDE que en un informe dado a conocer esta semana pone a Santiago como una de las ciudades más segregadas de esta organización. Un dato que no tiene mucho de nuevo, pues desde que Chile entró a este organismo en 2010, la desigualdad siempre ha sido su talón de Aquiles.
Y no es que Chile no se haya planteado modelos desarrollo más sustentables. De hecho, ya en 2009 un documento del Ministerio de Vivienda, cuando Chile pujaba por entrar a la OCDE, definía cuál iba a ser la política del país con miras a tener ciudades sustentables. Y pese a sus intenciones, todo indica que no ha sido suficiente.
Entre otras cosas, ese informe plantea que “las ciudades son la mayor fuente de innovación y desarrollo del siglo XXI”. O bien que, “las políticas públicas deben concentrase en el funcionamiento eficiente de las ciudades, no en el tamaño”.
Sobre la segregación, el documento plantea que “los barrios vulnerables pueden aportar mucho al desarrollo económico y urbano, si se les integra”. O, “los barrios vulnerables concentran a las comunidades con mayores niveles de capital social, perseverancia y compromiso cívico”.
También hay puntos dedicados al tema ambiental y a la participación social.
Pese a las buenas intenciones declaradas desde hace años, el informe es radical. “Chile ha sido altamente exitoso en reducir su déficit habitacional, gracias a una política pública ambiciosa. Sin embargo, se ha enfocado excesivamente en la cantidad, sin considerar aspectos importantes para su efectividad a largo plazo, como la calidad, localización y coordinación con políticas de desarrollo urbano, como el transporte y el uso de suelo. Esto ha tenido como resultado una concentración de la vivienda social en la periferia y áreas lejanas al trabajo y los servicios, sin transporte e infraestructura, y con una alta incidencia de problemas sociales como pobreza, desempleo y delincuencia”.
Ximena Abogabir, presidenta ejecutiva de la Fundación Casa de la Paz, dice que desde hace muchos años el diagnóstico está claro y es conocido por todas las autoridades. “El informe posiblemente no agrega nada nuevo que la gente no haya conocido, pero es interesante que lo diga la OCDE, porque no queremos ser el alumno porro. Entonces creo que estos son campanazos que instalan temas y los hacen ineludibles. Probablemente va a ser un tema de todas las campañas presidenciales”, dice.
Ya en el año 1995, cuando ella participó del plan para descontaminar Santiago, se sentaron las bases para diseñar una capital distinta. Una donde era necesaria y clave una autoridad metropolitana que coordine acciones y que tenga las atribuciones suficientes para que el crecimiento de la región fuera orgánico.
“Pero aún veo problemas de total ingobernabilidad. Transporte tiene un ministerio que no se coordina con el MOP, ni el Minvu. No tenemos un ente que permita coordinar a los alcaldes. Desde la perspectiva de política pública, hay ingobernabilidad y se deja la ciudad en manos del mercado. En el tema urbano hay una discusión de paradigmas pendiente”, agrega.
Desde la perspectiva de esta experta en temas de participación ciudadana y convivencia sustentable, la segregación genera problemas en acceso a la educación y en la formación de capital social. Pone como ejemplo la comuna de La Florida que impuso un modelo, a su juicio, con muy pocos espacios públicos. “Y hemos podido comprobar que una localidad que no tenga buenos espacios públicos, no tiene trama social, no tiene buenos dirigentes y la gente participa menos activamente, porque no tiene dónde encontrarse. Un grupo humano que no tenga capital social tiene menos cómo resolver sus problemas”.
EJEMPLOS A SEGUIR
Mientras acá seguimos resolviendo nuestros dilemas estructurales, decidiendo si habrá más inversión en infraestructura pública para el transporte colectivo o se generarán planes alternativos para reducir el tiempo entre la casa y el trabajo y centros de estudio, hay modelos que ya reciben el aplauso global.
Es el caso de Curitiba, en Brasil,reconocida desde hace décadas, como un modelo de ciudad sustentable.
El sistema de transporte público de Curitiba es visto como columna vertebral de su funcionamiento. Es eficiente, ordenado y rápido, tanto como una línea de metro, pero mucho más barata. Ylos dueños de los buses son empresas privadas.
Otro aspecto clave es que en 20 años pasaron de 0,5 metros cuadrados de área verdes por habitante, a 50 m2. Recicla 2/3 de sus residuos y es considerada como la ciudad con mejor calidad de vida en Brasil. En el año 2010 ganó el Globe Sostenible City Award.
En la competencia dejó atrás a Malmo (Suecia), Murcia (España), Songpa (Corea del Sur), Stargard Szczecinski (Polonia) y Sydney (Australia). Todos casos para estudiar.
Debes saber
¿Qué ha pasado?
Santiago aparece como la ciudad más segregada de los países miembros de la OCDE, en un informe de esta semana.
¿Por qué ha pasado?
El organismo atribuye ese problema a una mala planificación en la vivienda. Se ha hecho foco en la cantidad, pero ha descuidado la calidad y localización.
¿Qué consecuencias tiene?
Eso implica para sus habitantes problemas en la movilidad y en el acceso a las oportunidades, debido a los largos desplazamientos que deben realizar.
¿Cómo me puede afectar?
Esto redunda en la calidad de vida de las personas y también en el desarrollo económico y ambiental de la ciudad.