Descenso: las mejores rutas para desafiar la gravedad

La curva 16 del camino a Farellones, el sector del Durazno, o los cerros el Manzano, Panul y San Cristóbal , están entre las mejores rutas para practicar el descenso de montaña durante este verano en la Región Metropolitana.

También conocido como downhill, esta práctica nació a finales de los '70, cuando un grupo de jóvenes se reunía para enfrentar las quebradas de la montaña Tamalpaís, en California (EEUU). En ese entonces, las bicicletas utilizaban frenos de llanta y no contaban con suspensiones. Sólo se trataba de un corredor frente el desafío planteado por la agreste topografía estadounidense.

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Las medidas de seguridad eran mínimas, por lo que hoy muchos consideran a los primeros corredores de esta categoría como unos auténticos héroes.

El recorrido era sencillo, pues este consistía en lanzarse cuesta abajo enfrentando saltos y obstáculos de todo tipo, tanto naturales como artificiales. El objetivo era uno solo: Llegar a la meta lo más rápido posible... y ojalá sin lesiones.

Con los años, esta disciplina se fue haciendo popular entre los amantes de la aventura y la adrenalina, por lo que rápidamente se desarrollaron mejoras tecnológicas y, también, nuevas modalidades de competencia. Y es que esta es, probablemente, la categoría más dura del ciclismo.

Las marcas comenzaron a experimentar con nuevos materiales, desde el titanio hasta la fibra de carbono, transformando a esta disciplina en un auténtico laboratorio.

Aunque su aspecto es similar, estas bicicletas son radicalmente distintas a una de enduro, cross country o trial. Su construcción es característicamente fuerte y robusta. Además, suelen poseer un diseño único en su tipo.

Por ejemplo, las bicicletas de descenso utilizan suspensiones de mínimo 170mm de recorrido y cuadros con una capacidad de amortiguación de 200mm o más. Además, su construcción está enfocada en reducir las partes móviles, por lo que suelen tener solo una corona en el volante y una transmisión de 10 velocidades.

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La geometría de los cuadros también es diferente, pues poseen ángulos más marcados y agudos. Esto, para distribuir de mejor manera la fuerza ejercida por la gravedad al momento de enfrentar la competencia.

Estas características les permiten realizar saltos y superar obstáculos de todo tipo. Además, su amplio recorrido les posibilita tener una mayor estabilidad frente a las variables condiciones del terreno.

Por ejemplo, una bicicleta de descenso puede enfrentar un salto o cortado de tres metros o más sin mayores problemas.

• El Manzano (Lampa): Este es un sector que todavía no es muy conocido por los ciclistas. Se encuentra a un costado de la Ruta 5 Norte, justo después de la cuesta y a unos 30 km de Santiago. Permite descensos de hasta 3 km, con bajadas, saltos y pendientes. Para realizar esta ruta, es fundamental la hidratación.
• Curva 16 del camino a Farellones (Lo Barnechea): Después de una larga subida de 23 km, se encuentra una de las mejores rutas de la Región Metropolitana para la práctica del descenso. Esta se caracteriza por su velocidad y adrenalínicas pendientes. El recorrido consta de unos 3 km.
• El Durazno (Lo Barnechea): Este sector posee una amplia variedad de pistas, las cuales cuentan con distintos niveles de dificultad. Las rutas van desde 1 km a 4km. Permiten descensos pronunciados, saltos y curvas llenas de adrenalina.
• El Panul (La Florida): Esta ruta se encuentra en el corazón de la precordillera. Su pendiente es bastante empinada, por lo que llegar hasta la cima requerirá de largos minutos. Dependiendo de las condiciones del terreno, se pueden disfrutar de alrededor de 3 km de ruta.
• Cerro San Cristóbal: La pista de 4 1/2 km es una de las más importantes de la Región Metropolitana. Comienza en el Mirador de la Virgen, desde donde se puede acceder a diversos senderos, los que destacan por su elevado nivel de dificultad. Todos terminan en la calle Carlos Reed, por la ladera sur del Parque Metropolitano.