Los últimos eventos de electrónica de consumo en todo el mundo han mostrado que hasta los refrigeradores pueden conectarse a internet a través de WiFi y que pueden tener aplicaciones en una pantalla táctil.

Es otro paso hacia un futuro en el cual cada electrodoméstico, auto y quizás incluso los zapatos y ropa podrían contener microchips con una conexión online.

Obviamente hay un potencial considerable en esta internet de las cosas: las actualizaciones de mapas pueden enviarse a los autos y los refrigeradores pueden pedir comida cuando estén vacíos.

Pero también hay riesgos. ¿Qué pasa si la información acerca de dónde uno ha manejado se publica de manera accidental en internet (incluyendo los detalles de una visita a un casino o a un amante)? ¿O si alguien hackea su refrigerador y roba dinero de la cuenta de leche?

Más aparatos con internet representan más oportunidades para los hackers, dice Yogi Chandiramani, administrador de sistemas de ingeniería para Europa en la empresa de seguridad de TI FireEye. "No importa qué tan simple sea el aparato o cuán mínimas sean sus funcionalidades, el hecho de que tenga un software significa que tendrá vulnerabilidades que potencialmente pueden explotarse", plantea.

En 2011, investigadores de la universidad de Columbia demostraron que era posible hackear las impresoras HP e instalar malware. Otras impresoras también son potencialmente vulnerables y podrían transformarse en la puerta de entrada hacia un sistema computacional. "Simplemente requiere del compromiso de un aparato para acceder a la red completa y comprometer a los otros", sostiene Chandiramani.

Cuando todo, desde la máquina de café a la secadora de manos del baño están online, habrá que intentar cubrir muchas más grietas en los sistemas de defensa TI de las empresas, agrega.

"La seguridad hará o romperá esta revolución", sostiene Gerhard Eschelbeck, jefe de tecnología de Sophos, empresa de seguridad TI. Él dice que los mayores riesgos están en el hecho de que las máquinas se comunican entre ellas -el refrigerador y el sistema del computador del supermercado, por ejemplo- y tienen el poder de actuar de manera autónoma.

Agrega: "La integridad es crítica cuando ocurren acciones automatizadas. Si uno inserta datos falsificados las acciones serán erróneas. Cuando hay dinero involucrado, cuando hay vínculos a cuentas corrientes, por ejemplo, se hace interesante para los cibercriminales", dice. En otras palabras, su refrigerador podría funcionar mal y ponerlo en deuda al pedir miles de litros de leche. O la conexión entre su refrigerador y el supermercado podría ser hackeada para obtener sus detalles bancarios.

Otro riesgo es la privacidad. "Estos aparatos conectados a internet estarán, con el tiempo, recopilando bastante información acerca de usted. ¿Qué pasa cuando usted pierde ese aparato?", se pregunta Eschelbeck.

Incluso ahora puede ser difícil asegurar que se eliminen los datos personales de un teléfono o un computador. ¿Recordará la gente borrar los datos de un microondas? Eschelbeck dice que la industria debe encriptar gran parte de esta información, pero no es fácil. Los programas tradicionales de encriptación son demasiado complejos, de manera que se necesitan otros métodos.

Eschelbeck plantea que Bluetooth podría ser un modelo útil. Dice que es fácil usar la tecnología para conectar con otros aparatos, desde altavoces a teclados. "Pero tras bambalinas hay un complejo proceso de seguridad en marcha. Es un buen modelo para mirar". La investigación en los sistemas de seguridad para la internet de las cosas sigue en una etapa muy inicial.

Dado el creciente interés de las empresas por recopilar datos sobre sus usuarios, y la lentitud de los gobiernos en aprobar legislación a favor de la protección, Alistair Maughan, socio del estudio de abogados Morrison Foerster, plantea que habrá mucho trabajo de protección de datos y privacidad que hacer a medida que se desarrolla esta nueva conexión.

© The Financial Times Ltd. 2011