Un estudio de Clapes UC muestra que la inmigración no ha tenido efectos negativos en el mercado laboral chileno, lo que desmiente la aprensión de que estaría generando daños. De hecho, la participación de los extranjeros en el empleo total sólo llega al 2,1%, porcentaje que se aleja bastante de lo que a nivel internacional se considera como un nivel que podría comenzar a provocar efectos adversos, que es al menos de un 10%. De acuerdo con el análisis, lo que ocurre es que los extranjeros han comenzado a ocuparse en sectores que los chilenos han abandonado en busca de mejores empleos y más productividad. Este ha sido el caso, por ejemplo, de la categoría de servicio doméstico, donde la presencia extranjera tiene un peso relevante. Tal ha sido la escasez de trabajadores nacionales en este segmento, que ello se ha expresado en alzas de los salarios superiores al 30% desde 2010. Los datos de Clapes UC, sin duda, contribuyen a enfriar un debate que a nivel global suele teñirse de percepciones erróneas. Con todo, conviene que el Gobierno acelere la modernización de la legislación sobre inmigración -proyecto que se supone será enviado la próxima semana al Congreso-, tanto en derechos como en deberes, pero también en la sanción a la inmigración ilegal, más aun si esta se asocia a la acción de mafias, como ya se ha denunciado ampliamente.