El PIB de Brasil creció 0,1% en el tercer trimestre de este año respecto al trimestre anterior, hilvanado su tercer período de expansión después de dos años de recesión, aunque bastante por debajo de las expectativas, según datos oficiales publicados el viernes.

La previsión promedio de 31 economistas consultados por Bloomberg era de un crecimiento trimestral de 0,3%.

En relación al tercer trimestre de 2016, el crecimiento es de 1,4%, en el segundo ejercicio positivo de esa medida.

Brasil sale de la peor crisis económica de su historia, con caídas del PIB que llegaron a 3,5% en 2015 y en 2016 (el resultado del año pasado fue corregido este mismo viernes por el instituto de estadísticas IBGE, que hasta ahora lo situaba en -3,6%).

El despegue de la mayor economía latinoamericana pierde impulso, después de haber registrado un crecimiento trimestral de 1,3% en el periodo enero-marzo y de 0,7% en junio-agosto, según datos revisados igualmente por el IBGE, con inclusión de factores de estacionales (las estimaciones anteriores eran de +1% y +0,2% respectivamente).

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En los primeros nueve meses de 2017, el país registra un crecimiento de 0,6% en comparación con el mismo periodo de 2016.

Y en el acumulado de cuatro trimestres, el número es aún negativo (-0,2%), aunque el año debería cerrar en verde.

Los operadores de mercado prevén una expansión de 0,73% este año y de 2,58% en 2018, según la última encuesta semanal Focus del Banco Central (BCB).

Consumo sostenido e incertidumbres políticas

La debilidad del PIB en el tercer trimestre podría escamotear algunos elementos alentadores.

Si el crecimiento del primer trimestre fue impulsado por el sector agrícola y el del segundo por los servicios, el tercer trimestre tuvo como motores el consumo de las familias (+1,2%) y el retorno de las inversiones (+1,6%).

Por sectores, la agricultura se contrajo 3% respecto al segundo trimestre, en tanto que la industria creció 0,8% y los servicios aumentaron 0,6%.

El consumo de las familias, según los analistas, se ve alentado por el control de la inflación y la consecuente caída de las tasas de interés en los últimos meses, así como por la proximidad de las fiestas de fin de año.

El índices de confianza de la industria elaborado por la Fundación Getúlio Vargas se situó además en noviembre en su mejor nivel desde enero de 2014.

Pero el despegue podría verse comprometido por factores políticos, en vísperas de las elecciones generales de octubre de 2018 en las cuales ningún candidato promercado ha despuntado con fuerza hasta el momento.

El presidente conservador Michel Temer, que el año pasado reemplazó a la destituida presidenta de izquierda Dilma Rousseff, consiguió aprobar varias medidas de ajuste; pero enfrenta grandes dificultades para lograr que los diputados voten la reforma del régimen de jubilaciones, considerada como la más importante de esas medidas para sanear los déficits públicos.

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El Banco Central supeditó el mantenimiento de las tasas bajas a la aplicación de las reformas.

Esos tropiezos provocaron e los últimos días caídas bursátiles y devaluaron el real frente al dólar.