Aparentemente todo vuelve a la normalidad en Atentas. La semana pasada los líderes de las delegaciones de las instituciones acreedoras de Grecia llegaron al país heleno para comenzar con la cuarta y última evaluación del programa de rescate financiero, que fijará los requerimientos para la salida del emblemático plan de asistencia hacia fines de agosto.
Nueve años han pasado desde el desplome griego. La crisis de deuda soberana, que llevó a la nación a proclamar una de las negociaciones más grandes de la historia reciente, estaría por llegar a su fin, dejando atrás el apoyo financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE), para volver en gloria, majestad y de manera permanente a los mercados globales.
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Los hechos hablan por sí solos y tras haber recibido cerca de 260.000 millones de euros, el gobierno de Alexis Tsipras empieza a ver la luz al final del túnel. La economía griega creció 1,6% en 2017, y se espera que este año llegue al 2,5%. A principios de febrero el país emitió por primera vez desde 2010 un bono de deuda por 3.000 millones de euros, con el objetivo de construir una reserva en caso de vientos en contra. Además, en lo que va del año, dos agencias de riesgo -Fitch y Moody's- elevaron su clasificación de deuda con perspectiva positiva, destacando que ha mejorado en su implementación de reformas y augurando que volverá a ser autosuficiente. De todos modos, todavía hay quienes advierten por pendientes.
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"Sí, Grecia está creciendo nuevamente, pero el PIB sigue siendo un 26% más bajo que en 2007", dice a PULSO el economista jefe de ING Belgium, Peter Vanden Houte, y agrega "esperamos que la economía continúe creciendo, pero pasarán otros 10 años antes de que la crisis finalmente se digiera".
Si bien el bono a siete años emitido recientemente por Grecia fue bien recibido por los mercados, el riesgo de que vuelva la volatilidad más adelante, dificulta a la economía helena emitir deuda nuevamente a una tasa de interés baja.
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Para Yvan Mamalet, economista senior de euro en Societe Generale, la situación fundamental a mediano plazo sigue siendo un desafío en Atenas. "De hecho, sin medidas significativas de alivio de la deuda (como las recomendadas por el FMI), el nivel de la deuda griega probablemente se mantendría en un nivel insostenible", dice el experto, quien además explica que para permitir un retorno viable al acceso al mercado, las medidas de alivio de la deuda "deberán ir mucho más allá de lo anunciado hasta ahora".
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Se dice que de ahora en adelante, la administración de Tsipras deberá finiquitar los ajustes que exige el rescate y también avanzar en un plan de privatizaciones, mientras que la troika financiera ahondará en la supervisión a Grecia tras dejar las muletas.
Mientras tanto, el debate sigue enmarcado en si la economía helena necesitará o no una línea de crédito preventivo, a pesar de su negativa a pedirlo.
"Tendría sentido que Grecia solicite una línea de crédito precautorio. Además de eso, esto permitiría al gobierno griego perseguir un retorno limitado al acceso al mercado", indica Mamalet.
Con todo, Grecia sigue siendo un país con un alto nivel de deuda y con grandes costos. Además, tomará tiempo para que muchas de las reformas ya legisladas conduzcan a mejoras visibles, pero sin duda alguna el análisis coincide en que el riesgo de reversión es mucho más bajo que en cualquier otro momento.