Hace algunos años Brian Arthur, académico del Palo Alto Research Center, hizo una alarmante predicción. En las próximas dos a tres décadas, las redes digitales occidentales terminarían por desempeñar funciones iguales en tamaño a la economía "real" en Estados Unidos. O, para ponerlo de otra forma, si se mira a todo el trabajo que hacen las cadenas de abastecimiento electrónicas, robots, sistemas de comunicaciones -y el humilde código de barras- entonces la economía digital superaría a la economía física en tamaño, escribió Arthur, sobre la base de cálculos de productividad y PIB.

Suena impresionante. Pero también genera una pregunta crucial: a medida que esas redes digitales crecen en tamaño, ¿qué van a hacer los trabajadores de carne y hueso en el mundo del futuro? El mes pasado, Simon Head, académico que enseña en la Universidad de Oxford y en la Universidad de Nueva York, saltó a este debate con un libro titulado "Sin sentido: por qué las máquinas inteligentes están creando humanos más tontos".

Head es profundamente pesimista. El sucio secreto de estas redes digitales -o los "sistemas empresariales computacionales", como los llama usando la jerga empresarial- es que los humanos no saben cómo enfrentarlas. Esas redes siguen desplazando los empleos que solían ser desempeñados por la clase media, llevándolos a trabajos penosos, monótonos e ingratos, incluso si una pequeña élite de gerentes (o dueños de empresas) se hacen más ricos. Como resultado, la desigualdad de ingresos sigue creciendo y los sistemas digitales dictan cada vez  más lo que hacemos todos, superando al sentido común.

Esto se puede ver en el sector financiero, argumenta Head, apuntando que la digitalización permitió a algunas empresas crear el negocio de las hipotecas subprime.

Pero el verdadero anticipo del futuro es con las empresas como Walmart y Amazon, sostiene. Si bien la palabra Amazon a menudo representa placer para los consumidores, dada la eficiente experiencia de compra, la gente buscando dentro de las bodegas de la empresa vive en un mundo de vigilancia electrónica, bajos salarios y un trabajo demandante. Y, por supuesto, el auge de Amazon también ha sido profundamente doloroso para muchos retailers, proveedores y escritores independientes.

En cierto nivel, el aullido de rabia de Head no es nuevo. Los académicos han estado escribiendo sobre la revolución de la digitalización durante un tiempo. Pero lo que es quizás más interesante en la visión de Hear es que mientras él escribe desde una perspectiva indignada de izquierda, ni siquiera él puede encontrar alguna respuesta.

A diferencia de los luditas que destrozaban los telares en el siglo 19, Head no quiere prohibir los códigos de barra. En cambio, quiere "empleos con mejor salario y con una mayor necesidad de habilidades, con el componente de tecnologías usado para complementar en vez de reemplazar la experiencia de los empleados" en una nueva cultura corporativa que trata a los trabajadores con dignidad, o por lo menos con más atención que a los robots. Pero si bien él cita algunos "casos donde las culturas alternativas, amigables con los empleados se han afianzado", también admite que "no son fácilmente replicables en todas partes".

La verdadera fricción de la digitalización invisible es exactamente esa: la revolución es inédita. En consecuencia, mientras "la respuesta progresiva a la dureza del capitalismo del siglo 19 fue alimentada por una creciente conciencia de lo que está pasando detrás de los muros de las fábricas, la comparación con las máquinas es invisible". Son agujeros negros: se sienten pero no se ven.

Si quiere ser optimista es posible esperar que este aullido de rabia sea simplemente una fase pasajera. Cuando millones de personas perdieron sus empleos agrícolas en épocas anteriores, nadie previó que esos empleados encontrarían trabajo en una fábrica. Pero también es posible imaginar un futuro más oscuro: no está claro qué podría frenar esta tendencia de digitalización, y la creciente desigualdad que esta genera.

Como sea, el tema clave es: apenas hemos empezado a entender las implicancias de esta segunda y digitalizada economía. Ese es el tema que debemos ponderar.

COPY RIGHT FINANCIAL TIMES

© The Financial Times Ltd, 2011.