Poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la administración de George W. Bush recibió una oferta de ayuda de una fuente sorprendente: Teherán.
En los meses siguientes, Irán entregó información de selección y otra asistencia de inteligencia, y ambos países trabajaron juntos en Afganistán contra el enemigo común, los talibanes.
Con Irak cerca del colapso, EEUU e Irán se encuentran nuevamente en el mismo lado del conflicto, esta vez contra los insurgentes suníes que están tomando partes del noroeste de Irak.
Pese a que el clima diplomático entre los países ha mejorado significativamente desde 2001, en esta ocasión EEUU verá que es mucho más difícil encontrar puntos comunes con Irán, por la nueva crisis de Irak.
“Lo que hemos visto hasta ahora es solo el proceso exploratorio”, dijo Shashank Joshi, socio investigador del Royal United Services Institute en Londres, agregando que el alcance de cooperación real es limitado.
Desde que Barack Obama habló por teléfono en septiembre con su contraparte iraní, Hassan Rouhani, se comenta un acercamiento mayor entre EEUU e Irán que podría ir más allá del diálogo nuclear.
La especulación creció el lunes, cuando William Burns, subsecretario de Estado de EEUU, tuvo una conversación breve sobre Irak con Mohammad Javad Zarif, ministro de relaciones exteriores de Irán, al margen de la última reunión nuclear en Viena. Reino Unido anunció ayer que reabriría su embajada en Teherán.
Pese a haber utilizado su influencia sobre el gobierno en Bagdad para ayudar a bloquear la idea de la administración Obama de presencia militar permanente en Irak después de 2011, algunos oficiales iraníes han celebrado esta semana la idea de una acción militar de EEUU contra los insurgentes suníes.
“La realidad es que Irán y EEUU se necesitan”, señaló Trita Parsi, presidente del Consejo Nacional Iraní-Estadounidense. “Y ambos necesitan reconocer la capacidad del otro de tener un rol estabilizador”.
Sin embargo, aunque ambos países enfrenten un enemigo común en el Estado Islámico de Irak y el Levante, conocido como Isis, muchos analistas creen que Teherán y Washington tienen prioridades y objetivos diferentes en la crisis de Irak.
Lo primero es el hecho de una intervención militar de ambos países en Irak. Le podría servir a Irán en el corto plazo que EEUU utilice fuerzas aéreas contra milicia suní, si eso ayuda al gobierno shíita y favorable a Irán de Nouri al-Maliki en Bagdad. Sin embargo, una intervención militar decisiva de parte de los iraníes no está en el interés de EEUU porque ello aceleraría las tensiones sectarias en el corazón de la crisis.
“Trabajamos con los iraníes en Afganistán justo antes y después de la caída de los talibanes, por lo que es algo que podemos hacer, pero ambos debemos ser cuidadosos”, mencionó ayer Ryan Crocker, ex embajador de EEUU en Irak. “Si nos vemos cooperando muy de cerca con Irán, esto alienará más el elemento suní de la población irakí.
Lindsey Graham, senador republicano de línea dura, manifestó sus dudas el fin de semana cuando pidió a la administración conversar directamente con Irán, pero su punto principal fue que EEUU debiera intentar detener una mayor intervención de parte de Irán.
“Deberíamos tener discusiones con Irán para asegurarnos de que no utilicen esto como una oportunidad para tomar control de partes de Irak”, le dijo Graham a CNN.
Estados Unidos e Irán también tendrían visiones distintas sobre la posible separación de Irak, dicen los analistas. Obama dijo la semana pasada que la única forma de vencer tanto a los rebeldes suníes y mantener la integrar territorial de Irak era en un nuevo gobierno en Bagdad que incluya más suníes y kurdos.
“Si es necesario, Irán optará por una división de facto del país siempre que mantenga fuertes canales con la parte shiíta”, dijo Joshi.
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