La intención del gobierno de Estados Unidos de flexibilizar las normas de eficiencia de combustible para automóviles amenaza con dañar a una de las industrias metalúrgicas, sector que el presidente Donald Trump prometió proteger.
Casi un mes después de que Estados Unidos anunciara aranceles para resguardar los productores estadounidenses de aluminio y acero, la Agencia de Protección Ambiental señaló el lunes que planea relajar las normas de combustible de la era Obama para ayudar a los fabricantes de autos y camionetas ligeros del país.
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Las dos industrias de metales primarios tuvieron reacciones muy diferentes a la propuesta. Los productores de acero aplaudieron el plan, argumentando que "el acero ofrece la mejor solución para el medio ambiente", mientras que los productores del más ligero aluminio dijeron, sin rodeos, que quieren asegurarse de que "los estándares se basan en hechos, datos y ejemplos en el camino".
Si se reducen las normas anticontaminación, los productores de aluminio serían los perdedores en el grupo de metales, dice Kamil Wlazly, analista de metales de Wood Mackenzie en Londres. "Definitivamente es negativo para los chicos del aluminio, especialmente para los chicos de hojas de aluminio", dijo el martes en una entrevista telefónica. Trump quiere revivir la industria del aluminio, "¿por qué de repente el aluminio se convirtió en algo sucio?"
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En el otro lado de los metales, Wlazly no ve un gran beneficio para las siderúrgicas estadounidenses. La razón: los automóviles todavía están hechos con mucho más acero que aluminio.
"Para los hombres de acero, si logran recuperar parte de este crecimiento que el aluminio ha tenido, no va a ser una gran diferencia", dijo Wlazly. "Esto es literalmente una gota en el océano".