La tendencia a distraerse por noticias aparentemente urgentes del Medio Oriente no es sólo un vicio periodístico. También es un dilema para la política exterior estadounidense. En teoría, EEUU está comprometido a girar hacia Asia y así ubicar al continente en el centro mismo de su política exterior. En la práctica, como un funcionario estadounidense me explicó recientemente: "la Casa Blanca se ocupa de controlar las crisis. Y, en política exterior, el 90% de las crisis están en Medio Oriente". Esto fue evidente en 2013 con la guerra civil en Siria, un golpe militar en Egipto, y el comienzo de negociaciones nucleares con Irán.
El primer año completo de John Kerry como secretario de estado ha reforzado el giro hacia el Medio Oriente. En una reunión con su nuevo equipo, a Kerry le dijeron que Hillary Clinton, su predecesora, había elegido mandar un mensaje haciendo su primera visita como secretaria de Estado a Asia. Se sugirió que Kerry hiciera lo mismo. Pero él dejó claro que pretendía concentrarse en una de las prioridades más tradicionales de la política exterior estadounidense: el proceso de pacificación en Medio Oriente. Siguiendo la tradición de muchos distinguidos predecesores -desde Henry Kissinger hasta Madeleine Albright- Kerry emprendió el camino hacia Jerusalén en búsqueda del santo grial de la paz entre Israel y los palestinos. El secretario de estado de EEUU ha hecho tantas visitas al lugar que ahora bromea con que su lugar de trabajo es en la Tierra Santa.
La elección de prioridades de Kerry fue sorpresiva en dos ámbitos. No era sólo la elección del Medio Oriente por sobre Asia. Era también la fijación en el proceso de paz entre Israel y palestinos por sobre problemas políticos y humanitarios razonablemente más urgentes - como el conflicto sirio que ya ha cobrado más de 100 mil vidas; violentas revueltas en Egipto; y la tensión causada por el programa nuclear iraní. A medida que avanzó el año, Kerry se involucró profundamente en todos estos asuntos, mientras seguía de cerca la relación entre israelíes y palestinos.
Con todo el tiempo y la atención puestos en el Medio Oriente, algo debía suceder. Y ese algo fue el tan alardeado giro de Obama a Asia. Ese momento simbólico fue en octubre, cuando el presidente rompió su promesa de asistir al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). En la ausencia del presidente de EEUU, fue Xi Jinping, el nuevo presidente de China, el líder dominante. Fue, de hecho, una crisis estadounidense -el impasse acerca del presupuesto de EEUU- lo que convenció a Obama que no podía darse el lujo de dejar Washington. Pero el mensaje recibido en Asia fue que el giro de EEUU había terminado antes de comenzar.
Mientras la administración de Obama es vapuleada en Asia por su giro hacia el Medio Oriente, muchos legisladores en la región han llegado a la conclusión opuesta - que EEUU está decidido a retirarse del Medio Oriente.
El retiro de EEUU de Irak y Afganistán claramente busca reducir la huella militar de EEUU en el Medio Oriente. Mientras, el manejo estadounidense de los asuntos en Siria e Irán ha levantado las sospechas de quienes creen en una debilitación del interés de EEUU en el área. Los sauditas e israelíes creen que el ímpetu con el que EEUU busca un acuerdo con Irán sugiere un deseo de lavarse las manos del dilema nuclear. Igualmente, la duda de EEUU acerca de si usar la fuerza o no en Siria ha sido interpretada como debilidad. Irónicamente, hablar de un "giro" hacia Asia, y mofarse cada vez más del continente, es aún tomado en serio en el Medio Oriente. La última "evidencia" de que EEUU podría tentarse a retirarse del Medio Oriente surge con la producción estadounidense de petróleo y gas.
La crítica inicial de quienes pedían reequilibrar la política exterior de EEUU hacia Asia sigue siendo válida. El este y sur de Asia representan más de la mitad de la población mundial y es el núcleo de la economía global. El poder político y estratégico también está fluyendo hacia China, India, y sus vecinos. Por esto, sigue siendo extraño que EEUU invierta su tiempo en el Medio Oriente.
Si Asia oriental no tuviera problemas, eso sería una cosa. Pero Japón y China están más cerca de un conflicto de lo que han estado en muchos años. Si los dos gigantes se enfrentan el próximo año, EEUU podría arrepentirse de haberse vuelto hacia Medio Oriente durante 2013.
COPY RIGHT FINANCIAL TIMES
© The Financial Times Ltd, 2011.