El barco financiero del cambio comienza a acelerar en China




Los reguladores financieros de China están comenzando a parecerse a capitanes de remolcadores en una lancha. Tienen los instintos correctos para manejar su barco -los mercados del país- en la dirección deseada, pero el motor está mostrando ser más potente que ellos a primera vista.

Su objetivo es un sector bancario más pequeño, uno que es menos dominante en el sistema financiero de China. Actualmente, los bancos representan el 80% del financiamiento corporativo en China, de acuerdo a los datos oficiales, muy por sobre la norma de 50% o menos en otros países -tanto desarrollados como en desarrollo.

Estos reguladores han trazado cuidadosamente un plan para alcanzar ese destino. Pero las poderosas fuerzas de mercado están impulsando a China en este camino mucho más rápido que lo previsto y creando nuevos y peligrosos riesgos en su despertar.

Beijing quiere traer el cambio al sector financiero en una forma cuidadosa y paso a paso y ha empujado este programa en los últimos meses. En particular, con sus dos recortes en la tasa de interés desde principios de junio, el gobierno ha dado a los bancos más libertad para fijar las tasas de depósitos y de préstamos. Aún les garantiza un ordenado margen de interés, pero el margen es más pequeño que antes -forzando a los banqueros a acostumbrarse a un mundo donde los costos de financiamiento realmente importan.

El gobierno también ha hecho avances en el mercado de bonos corporativos, el que por mucho tiempo fue afligido por un oneroso proceso de aprobación para los emisores. Los reguladores recientemente han aligerado su tacto, acelerando las aprobaciones e impulsando una mayor emisión de bonos.

Beijing se merece el crédito de sus logros. Después de todo, muchos observadores habían pensado que 2012 sería un año tranquilo para iniciativas del gobierno. Con el partido Comunista sumido en una transición de liderazgo de una vez en la década, se suponía que habría poco apetito para experimentos en política.

Pero el proceso de Beijing parece más lento cuando se compara con el rápido ritmo de cambio en los mercados financieros chinos, el que está ocurriendo más allá de los límites de la agenda oficial de reformas.

Los productos de gestión de riqueza que los bancos están vendiendo son un ejemplo de la real liberalización de la tasa de interés. Estos productos, los que usualmente son préstamos re envasados como productos de inversión a corto plazo, casi no existían hace pocos años. Para fines del primer trimestre de este año, equivalían a cerca de 10,4 billones (millones de millones) de renminbi -que representa el 12% del total de depósitos bancarios.

Los bancos usan estos productos de riqueza para pelear por clientes, atrayéndolos con rendimientos más altos de lo que pueden ofrecer en tasas de depósitos con tope. Pero los clientes son un grupo exigente. Muchos productos vencen en apenas un mes, al tiempo que los inversionistas pueden cambiarse a otro banco. La competencia es feroz, dejando a los bancos con el más escaso de los márgenes de interés.

Para medir el auge en los productos de renta fija, olvide el mercado de bonos formal y mire al sector de fondos fiduciarios chinos, los cuales son compañías que extienden préstamos o hacen inversiones de acciones y luego las combinan en productos de renta fija para los clientes.

Apenas un punto en el radar hace una década, estas compañías de inversión administran más de 5,3 billones de renminbi hoy -poniéndolas en camino de eclipsar al sector de seguros en tamaño de activos este año. La comparación con los bonos es aún más sorprendente. Los productos fiduciarios valen cerca de 20 veces más que el monto total de deuda corporativa transada en las bolsas chinas.

Entender el éxito de estos fondos y los productos de gestión de riqueza es bastante simple. En China hay un apetito acumulado por cualquier inversión que prometa ser razonablemente buena, y parezca rentabilidad segura. Los ahorradores se han hartado de almacenar su dinero en cuentas bancarias con bajas tasas de interés. El mercado de acciones es visto como un bastión de la información privilegiada y los precios de las propiedades están cayendo. Los inversionistas estaban ansiosos de algo nuevo.

Pero el auge de los productos fiduciarios y de riqueza también presenta serios riesgos. El gobierno ha impulsado una creencia de que los impagos de deuda son casi imposibles al ordenarle a los bancos que rescaten las compañías al borde del abismo, como el fabricante de rayón Shandong Helon a principios de este año. Muchos productos de riqueza y fideicomisos se han vendido con garantías implícitas de que los deudores no caerán en impagos. Los inversionistas podrían llevarse una desagradable sorpresa.

También está el riesgo sistémico de que se les adelante las reformas al mercado. Beijing ha sido lento por una razón. Hace solo una década, los bancos de China eran efectivamente insolventes. Se necesitó una gran inyección de capital desde el estado para curarlos y el gobierno quería darles tiempo para establecerse como instituciones centradas en el lucro.

Por años, los reguladores de China han sido extremadamente cautelosos sobre dirigir el sistema financiero del país hacia aguas tormentosas por competencia. Los reguladores están finalmente dirigiéndose hacia ese destino, pero el sistema financiero está más ansioso por llegar ahí. P

*Simon Rabinovitch es el corresponsal de Financial Times en Beijing.

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© The Financial Times Ltd, 2011.

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