Este año será el momento de la verdad para la administración de Barack Obama. Luego de ganar la reelección en noviembre de 2012, procedió a desempeñar un desastroso primer año de su segundo período.

Si 2014 resulta en algo parecido a 2013, entonces Obama enfrentará el período de "pato cojo" más largo de la historia moderna, excediendo incluso al de George W. Bush. Pero si logra sacar lo mejor de la  pujante economía de Estados Unidos, podría transformar su segundo período en algo productivo. Desafortunadamente, las probabilidades están inclinadas a lo primero.

El factor más importante está fuera del control de Obama. La mayoría de los economistas esperan que EEUU en 2014 finalmente alcance la velocidad de escape después de cuatro años de crecimiento mediocre. Pero han errado sus pronósticos antes y bien podrían haberlo hecho nuevamente.

La información del empleo de diciembre ha dado una pausa para pensar. Solo 74.000 nuevos trabajos fueron creados pero casi cuatro veces ese número salió de la fuerza laboral. Los decrecientes niveles de participación de EEUU sugieren que podría alcanzar su capacidad económica mucho antes de lo que la mayoría de los modelos predicen. Eso forzaría a la Reserva Federal a apretar los frenos mucho antes de lo esperado. Nadie creerá el cuento de la resurgencia de EEUU hasta que lo vean en datos duros.

Pero incluso si Estados Unidos sobrepasa el 3% de crecimiento del PIB este año, como la mayoría de los economistas espera, podría no ser suficiente. El balance de su segundo período dependerá mucho del resultado de las elecciones de mitad de período en noviembre. Según las proyecciones actuales, parece altamente improbable que los demócratas recuperen el control de la Cámara de Representantes. Y hay una posibilidad de 50:50 de que pierdan el control del Senado.

Si eso pasara, Obama quedaría con pocas oportunidades para llevar a cabo sus prioridades restantes antes de dejar el cargo. Eso, y el temprano arranque de la carrera presidencial para 2016, lo transformarían en una figura cada vez más periférica en el escenario de su país.

Obama necesitara lograr objetivos en los siguientes seis meses. Enfrenta dos grandes retos. Primero, debe asegurar de que la Ley de Cuidados Asequibles (ACA, su sigla en inglés), también conocida como Obamacare, no tenga más problemas. El colapso del cambio en la salud pública federal en octubre le dio a los republicanos un nuevo ímpetu en su objetivo de rechazar el logro clave en la agenda del presidente. Obama necesitará sacar toda su fuerza para asegurar que Obamacare no caiga en la "espiral de la muerte". Es probable que lo logre. Pero es difícil que pueda deshacer el daño que su reputación sufrió tras la debacle. 

Segundo, Obama necesitará hacer el mismo tipo de apertura diplomática a John Boehner, el presidente republicano de la cámara de representantes, que la que hizo con Hassan Rouhani, el líder de Irán. La relación entre Obama y Boehner será determinante en si las grandes reformas, como la completa revisión de la regulación migratoria, serán finalmente aprobadas.

Los republicanos moderados reconocen que su partido tuvo más logros de los pensados durante las guerras fiscales de 2013 que culminaron en el bloqueo de gobierno de 16 días en octubre y un temerario coqueteo con una quiebra soberana voluntaria.

Ese reconocimiento ofrece una apertura a una sesión más constructiva antes del receso de agosto. Pero los republicanos no le darán a Obama las victorias legislativas que él desea a menos que la Casa Blanca ofrezca algo a cambio.

En el escenario internacional, Obama también enfrenta meses decisivos. Las expectativas de un acuerdo nuclear con Irán se ven mejores que nunca. Si se concreta ese progreso, también habría una oportunidad de que el presidente pueda persuadir a Irán de ayudar a ingeniar la salida del régimen de Bashar al-Assad de Siria.

John Kerry, el secretario de estado de Obama, también presionará por una solución bi-estatal entre israelíes y palestinos. Las tres iniciativas enfrentan grandes dificultades. Pero estos son menores que lo que eran hace doce meses.

Las expectativas del "giro a Asia" de Obama dependen de su suerte en el Medio Oriente, así como de la resolución de sus conversaciones de tratados de comercio del Pacífico y del Atlántico. Tal como en las sanciones de Irán, Obama debe asegurar que el congreso no esté intentando perjudicar su agenda. Si hay una medida que debiera adoptar este año, debiera ser jugar mucho golf con Boehner.

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