El desafío de incorporar a las mujeres a la fuerza laboral ha sido un tópico recurrente de discusión en los últimos años. Pese a estar en la palestra en diversos foros empresariales, poco se ha avanzando en mayor integración de género.

El rol de las empresas ha sido cuestionado puesto que los directorios en escasas ocasiones cuenta con presencia femenina: de los 331 directores de las compañías IPSA sólo 18 son mujeres. Incluso de las 40 firmas que integran el principal indicador bursátil del país, sólo Endesa, Colbún, Cruz Blanca y Ripley cuentan con dos directoras, mientras que Falabella destaca con tres. Incluso, esta situación se extiende en cargos administrativos, ya que sólo un 4% de las mujeres ocupa cargos de gerente general.

Chile no está solo en esta deficiencia de integración, puesto que según un estudio de Deloitte, a nivel mundial la representación de las mujeres en los directorios llega al 12%, y el porcentaje de mujeres liderando las firmas es sólo de 4%. La integración de género no sólo resulta en un tema de igualdad cultural, ya que las ganancias antes de impuestos de las firmas con representación femenina en el directorio son, en promedio, un 55% superior a las de las empresas sin mujeres en dichas posiciones, según McKinsey.

En el mundo hay ejemplos concretos de cómo se ha avanzado en esta materia. En Europa pasó de la autorregulación a leyes concretas. En 2012 se propuso una normativa con el objetivo de alcanzar al año 2020 una participación del 40% de las mujeres en los puestos no ejecutivos de las sociedades en bolsa y ya existen resultados concretos: la presencia de mujeres en directorios pasó del 5% en 2010 a 18% en 2014. En tanto, en Inglaterra, ninguna empresa del FTSE100 tiene directorios solamente masculinos. Incluso este año se estableció como objetivo lograr que exista un 25% de mujeres en los directorios de estas 100 compañías.

En Chile se está desarrollando una particularidad con la integración de las mujeres, ya que en la actualidad son más ellas quienes egresan de la universidad, según explicó el rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, Andrés Benítez: “Las mujeres son más eficientes, salen antes y abandonan menos, entonces estamos avanzando a una fuerza laboral muy femenina. Me parece raro que habiendo mujeres capacitadas las empresas no ´atinen´”. El consejero de Mujeres Empresarias indicó que el Estado también podría actuar, “percatarse que hay un bien superior y por un tiempo obligar una cierta integración o ley de cuotas hasta que las empresas se pongan a tono”. “Si creemos que es bueno, que hace bien a la sociedad, ¿por qué el Estado no puede hacer algo más? Por ejemplo, se podría plantear que para ingresar al IPSA la empresa debe establecer un plan de integración”, planteó Benítez. A su vez, advirtió que existirá un cuello de botella enorme, considerando que las mujeres se demoran hasta dos años menos en recibirse de la universidad y hoy día hay tantas mujeres como hombres haciendo magíster, e incluso Becas Chile informa de un relevante crecimiento de mujeres yéndose a estudiar doctorados afuera. “Si persisten las discriminaciones tanto de sueldo como de cargo, tendremos una olla de presión”, aseguró.

Para el ex presidente ejecutivo de Codelco y también consejero de Mujeres Empresarias, Marcos Lima, la dificultad de integración de género es una oportunidad para el país. “Se puede aprovechar esa brecha que hay en términos de incorporar un mayor número de mujeres de manera de aumentar la riqueza. Hay una oportunidad país para hacer crecer nuestra economía”, dijo.

Para el ingeniero, en cualquier empresa tener miradas diferentes es un aporte, y las mujeres cuentan con una perspectiva distinta, lo que es muy relevante sobre todo en momentos de crisis. “Si se está exigiendo experiencia previa para ingresar a un directorio ya tienes una barrera”, apuntó, invitando a los liderazgos a hacerse cargo del tema.

Por su parte, para el ex ministro de Economía de la administración de Sebastián Piñera, Felix de Vicente, en lo que es fuerza laboral, la primera debilidad de Chile es la baja incorporación de la mujer. El también consejero de Mujeres Empresarias estimó que frente a los cuestionados desempeños de los gobiernos corporativos, como ha sido el caso de colusión de CMPC y SCA, las mujeres pueden ser un aporte en evitar estas prácticas: “Las mujeres tienen un sentido distinto a los hombres, pueden ser mamás mientras que nosotros no. Entonces en este tipo de casos de ética tienen una percepción distinta a los hombres y pueden ser un aporte”.

De Vicente se mantiene positivo respecto al desarrollo en la integración de la mujer, pese a que reconoce que Chile es un país “bastante machista”. “De repente a una persona mayor le ponen una mujer de jefe y no la va a validar tan fácil como si fuera un hombre y ese es un tema que en las nuevas generaciones viene cambiando, porque saben que las compañeras de universidad sacan mejores notas, son capaces”, señaló el ex ministro.