Se dice que cuando existe un problema sin solución, se está frente a un "Nudo Gordiano" que engloba la historia del famoso nudo de Gordio (actual Turquía), en donde -dice la leyenda- durante mucho tiempo la tumba del rey Gordio de Frigia tenía atada por sobre su carro una lanza y yugo con un nudo imposible de desamarrar. Durante mucho tiempo se dijo que aquel que fuera capaz de desamarrarlo tendría el imperio Universal, lo cual fue astutamente aprovechado por Alejandro Magno, quien pasó a la historia porque una vez desatado este nudo, pudo conquistar lo que hasta ese entonces era el mundo conocido y trascender a través de un legado institucional helenístico que perduró por más de mil años.
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Resulta que hoy día, en materia ambiental, nos encontramos en una encrucijada en la cual, por mucho que se fomente la inversión y mejoren las expectativas, nos fuerza a peregrinar por el largo calvario de un sistema vulnerable que termina desprotegiendo el medio ambiente y afectando fuertemente la capacidad potencial de nuestro crecimiento futuro. En pocas palabras, si se quiere dar un fuerte impulso al crecimiento, vamos a tener que reconocer que, para solucionar la compleja problemática sistémica, debemos atacar derechamente el problema de fondo y desamarrar este nudo gordiano ambiental.
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La buena noticia es que hay señales alentadoras que vienen ejecutándose hace algunos años como es la separación en macrozonas de los Tribunales Ambientales (modificación de la ley 20.600) en donde si bien se ha tecnificado y mejorado el esquema de las reclamaciones, existe aún mucha vulnerabilidad producto de un sistema que se ha complejizado con el tiempo. Independiente de la posición política que se tenga, existe amplio consenso en el sentido que desde un punto de vista social, ambiental y político es deseable un proceso con un NO rápido y un SÍ definitivo, como lo planteaba la Ministra del Medio Ambiente. Si nos anclamos en las bases de un sistema que, producto de una mejora técnica del SEA desplegado en macrozonas que le permitan concentrar responsabilidad y excelencia técnica para otorgar permisos, es posible avanzar mucho en la materia sin hacer grandes cambios.
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En la medida que se construya voluntad política para trabajar un esquema en el cual se otorguen las aprobaciones políticas, territoriales y sociales en términos vinculantes para la validación temprana de proyectos a partir de sus línea de base - particularmente en cuanto a su plan territorial e indígena -, ingresando posteriormente a un proceso de evaluación ambiental técnica y pura, podremos minimizar aquella subjetividad que conlleva judicialización y arbitraje regulatorio de terceros sobre materias que ya están zanjadas a nivel de línea base. Ello implica generar un amplio consenso político que permita otorgar seguridad a una normativa medioambiental moderna y efectiva en donde, más allá de seguir con adecuaciones superficiales, logremos unirnos para atacar el problema de fondo que nos permita desatar este intrincado nudo medioambiental y consecuentemente viabilizar por varias generaciones el mejor legado institucional que nuestro país merece.
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*Consejero de la Sofofa