El presidente argentino, Mauricio Macri, acaba de cumplir un año de Gobierno. Al asumir, su discurso puso énfasis en la lucha contra el narcotráfico, contra la corrupción, en un sistema judicial independiente, niveles de pobreza cero, y calidad en la educación pública. Sin embargo, el camino ha sido más difícil de lo pensado, especialmente por una situación económica que ha hecho imposible cumplir parte de las promesas de reactivación. Y como suele suceder hay tanto razones internas como externas (Brasil, su principal socio comercial, no está pasando por un buen momento, mientras que los commodities tampoco han traído buenas noticias) que se han combinado para complicar las cosas. Roberto Lavagna, ministro de Economía durante el Gobierno de Néstor Kirchner, señaló en este medio que Macri hizo una apuesta muy fuerte sobre inversiones y dejó totalmente de lado dos motores muy importantes para el proceso de crecimiento de Argentina: el consumo y las exportaciones, que están ligados a la productividad. Pero es probable que todo este panorama esté dando cuenta de que quizá Macri y la coalición Cambiemos fueron demasiado optimistas en su oferta y en las posibilidades reales de modificar la estructura económica trasandina en tan breve plazo. Por lo que se ve, habrá que seguir esperando a Argentina.