Las universidades son el telón de fondo para gran parte de la historia deportiva británica.

Un momento decisivo de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 se remonta a la academia británica. Mo Farah, el medallista de oro de 10.000 metros planos, fue entrenado el centro de alto rendimiento y de entrenamiento de la Universidad St Mary, en Twickenham.

Farah no era estudiante, pero estaba en el centro de élite, el cual es parte de una asociación entre la universidad, Athletics UK y la London Marathon. Siendo apenas uno de los dos atletas residentes cuando se abrió el centro, vivió ahí por seis años.

El centro no es sólo un gimnasio. Los atletas cuentan con el beneficio de equipo de entrenamiento, una pista de atletismo, parques circundantes, laboratorios de biomecánica, entre otras instalaciones.

Estas asociaciones son cada vez más comunes. Paul Blanchard, director del parque deportivo de la Universidad británica de Surrey, dijo: “Fuera  del fútbol y el rugby, todos los deportes requieren de una asociación para desarrollar a sus atletas”.

Chris Earle, director de deporte de Loughborough, la universidad deportiva de mayor renombre en Gran Bretaña, plantea que su institución ya es “hogar del equipo de cricket inglés, de atletas británicos, del equipo de nado de Gran Bretaña, del equipo de triatlón británico...y de algunos otros deportes”.

Esto se debe a que, pese al bajo perfil nacional del deporte universitario, las instalaciones de entrenamiento en varias universidades británicas son de clase mundial. Más allá de las potencias tradicionales - Loughborough, Bath, Birminghamn, Stirling y Exeter- nuevas universidades están desarrollando amplias instalaciones deportivas.

De manera más dramática, la Universidad del Este de Londres, que tiene poca tradición de deporte, ha abierto una instalación deportiva de 21 millones de libras. Está siendo utilizada como la base de operaciones del equipo estadounidense durante Londres 2012.

Surrey, otra universidad que recién se incorpora a los deportes de alto nivel, se está especializando en badminton, tenis de mesa, básquetbol, natación y squash.

Ahora que las instalaciones universitarias son tan buenas en tantos lugares, la vida del estudiante común y corriente podría ser la mejor manera para que muchos atletas potencialmente de élite puedan entrenar. “Entre los 18 y los 22 es una edad muy crítica. Están conociendo si tienen lo que necesitan para ser los mejores. Pero también están obteniendo educación. Si se lesionan, o cuando se retiren, tienen educación para continuar”, plantea Earle.

Para las universidades sin un gran registro deportivo, atraer a los deportistas de mejor nivel podría ser difícil. Blanchard plantea que Surrey necesita convencer a los estudiantes de que la universidad les puede entregar los “estándares e instalaciones profesionales”. Planteó que el cambio tomaría “hasta 10 años” en retroalimentarse.

NO SÓLO LA ÉLITE
El resto de los estudiantes también se beneficia de la inversión al disfrutar de las instalaciones. Por ejemplo, plantea Earle: "Nuestra élite de nadadores nada (en la piscina de la universidad) entre 5:00 am y 8:00 am, y luego dos o tres horas en la tarde. Así, en el resto de las horas, tenemos a nuestros estudiantes utilizándola".

De hecho, la profesionalización del deporte también está alimentando a una variedad de juegos. “Profesionalizamos los deportes estudiantiles. Ellos tienen planes de desarrollo y presupuesto adecuado. Hay un plan de continuidad ahí”.

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