Debe haber sido el cambio de gabinete más esperado del último tiempo, por lo tanto, las expectativas respecto de las modificaciones que se harían eran muy altas. Porque si bien se había anticipado la salida de algunos ministros por razones electorales, desde el propio sector oficialista se esperaba un cambio en el comité político, al que se ha criticado por su falta de manejo. Pero la Presidenta Michelle Bachelet optó por otro movimiento acotado -al igual que cuando se produjeron las salidas de Máximo Pacheco, Javiera Blanco y Víctor Osorio a mediados de octubre-, nombrando solamente a los reemplazantes de los tres ministros que presentaron sus renuncias, como fue el caso de Marcelo Díaz, Natalia Riffo y Ximena Rincón.

El acotado movimiento en el gabinete tiene sentido si se evalúa en el contexto de lo señalado por la mandataria en El Mercurio el fin de semana, en cuanto a que el comité político “estaba funcionando extraordinariamente bien”, defendiendo la experiencia de sus integrantes y señalando que “no estoy para partir con equipos nuevos que tengan que venir a aprender”. Por tanto, el mensaje es más que claro: Bachelet seguirá la misma línea aplicada hasta ahora y pese a que las aprensiones de los partidos no han desaparecido, estos deberán contentarse con hacer las críticas en privado.