El esperado cambio de gabinete, en lugar de tener el objetivo de dar un último impulso al Gobierno de Michelle Bachelet, se convirtió, derechamente, en el inicio de la campaña presidencial, al menos en la Nueva Mayoría. Es que la jugada de Ricardo Lagos de quedarse con el ministro de Gobierno mejor evaluado por el sector privado, Máximo Pacheco, acaparó las noticias.
Hasta antes de este cambio, los dardos en la Nueva Mayoría apuntaban a los ministerios políticos a raíz del error en el padrón electoral y su incapacidad de resolverlo, a pocos días de las elecciones municipales. Así, los nombres de Javiera Blanco, Nicolás Eyzaguirre y Mario Fernández eran el objeto de críticas cruzadas. Sin embargo, la mandataria optó por realizar sólo una modificación de estos tres, sacando a la cuestionada ministra de Justicia, tras una seguidilla de incidentes en reparticiones bajo su mando, como las muertes en el Sename, las pensiones irregulares en Gendarmería y ahora último los cambios en el padrón electoral hechos por el Registro Civil. Además, junto a esta cartera y la de Energía, se realizó un ajuste en Bienes Nacionales. En este último salió Víctor Osorio e ingresó Nivia Palma.
En definitiva, fue un cambio acotado que no cumple con lo esperado y que genera la sensación de que el síndrome del pato cojo es una realidad.
Lo anterior ya se observó de manera nítida en los días previos, con el paso en falso del Gobierno al verse obligado a retirar el proyecto de ley corta -o parche- para solucionar el desaguisado del padrón. Ni siquiera el texto tuvo el respaldo del bloque oficialista. Esta fue una clara señal del desapego entre los partidos de la Nueva Mayoría y el Gobierno.
La jugada de Ricardo Lagos impuso presión y aceleró de manera sorpresiva el devenir de las cosas. Precipitó un cambio de gabinete, pero también obligó a adelantar las definiciones en el bloque oficialista, dejando a más de algún herido en el camino con aspiraciones de competir por el sillón en La Moneda.
Sin embargo, aún queda bastante tiempo para que el mandato de Michelle Bachelet concluya. Es importante que en este año y medio que resta, la administración actual dé los pasos necesarios para que la confianza de los empresarios -que persiste en un terreno negativo- y de las personas repunte, la inversión empiece a destrabarse y así se logren tasas de crecimiento de la economía más elevadas. Para lo anterior es relevante cerrar las incertidumbres y poner el énfasis en el crecimiento.
Por lo pronto, los esfuerzos del Gobierno y del comité político deberían estar en acotar al máximo posible los cuestionamientos e impugnaciones que pudiesen surgir a raíz del error en el padrón electoral, luego de las elecciones municipales del próximo domingo 23, una vez que se evalúe el impacto de los cambios inconsultos de domicilio en los resultados y en la abstención.