Para los residentes de la costa este de EEUU, devastada por el Huracán Sandy, un hecho ofrece consuelo: los seguros compensarán a muchos de ellos o a parte de sus pérdidas materiales.

Es una buena ocasión para reconocer el bien que las empresas financieras pueden hacer. Aunque las finanzas han sido difamadas como una actividad “socialmente inútil”, algunos servicios financieros son contribuyentes esenciales al bienestar humano. Los seguros están entre ellos.

Las vidas perdidas y las casas desaparecidas no pueden volver. Pero para muchas víctimas de la tormenta, las empresas de seguros podrían terminar cubriendo la mitad del daño material total, estimado en US$50.000 millones. Un mercado de seguros en funcionamiento mitiga las pérdidas de las personas y las ayuda a recuperarse.

Por supuesto, no hay necesidad de ser halagüeño con la industria aseguradora: las empresas trabajan por dinero. La disputa sobre si Sandy fue un “huracán” o un “ciclón post-tropical”, que determina el tamaño de los deducibles, es impropia aunque inevitable. Así, en el paso, fue la triste disputa sobre si los ataques del 11-S fueron dos ataques terroristas separados o un sólo suceso asegurable.

Pero sobre todo, las empresas de seguros hacen sus ganancias cambiando el riesgo desde los que buscan protección a los que están dispuestos a tomar un riesgo. Esto no es solamente eficiente. También significa que los afligidos por el desastre reciban un trato más humano que lo que sería posible si sólo dependieran de la caridad.

Después de la tecnología, los seguros son uno de los mejores inventos de la humanidad para librarse a sí misma del dominio de la naturaleza y de la vulnerabilidad a los actos de Dios. Su utilidad quedó fuertemente ilustrada en 2010, cuando terremotos golpearon a Haití y Chile con sólo semanas de diferencia. Pese a lo trágico, la pérdida para Chile de vidas y propiedades fue pequeña en comparación a la de Haití. En parte, esto se debió a las mejores reglas de construcción. Pero los chilenos también estaban mejor asegurados, y gran parte de la carga monetaria se la llevó la industria de seguros internacionales.

Sin embargo, los mercados de seguros todavía pueden mejorar. En EEUU, el seguro de inundaciones es a menudo subsidiado, fomentando que más gente viva en áreas propensas a ser inundadas. Allí y en cualquier otro lado, una buena regulación es esencial.

Pero en muchos casos, el problema es la falta de seguros, en particular entre los más pobres del mundo. Parte de lo que los mantiene en la pobreza es que sus formas de ganarse la vida son tan vulnerables a los desastres naturales u otras desgracias. Millones podrían salir de la trampa de la pobreza por mercados de seguros más profundos y más grandes.

Lo que es verdad en los seguros aplica para otros campos de las finanzas. La función básica del sector financiero es traspasar riesgo de quienes no están dispuestos a cargarlo a los que sí, y canalizar el capital de los que ahorran a los que tienen inversiones que financiar. Las finanzas son útiles socialmente mientras cumplan esta misión.

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