La llegada de mellizos, el ingreso de un hijo a la universidad o decidir apoyar al marido en la generación de ingresos. Todas estas situaciones no sólo tienen en común la búsqueda de generar nuevos ingresos, sino además son las razones por las cuales tres mujeres se atrevieron y decidieron apostar por desarrollar su propio emprendimiento.

Se trata de Catherine Mejías (35), María Angélica Urra (34) y Magaly Miranda (49), las tres ganadoras del premio “Avance de mujer”, entregado por Scotiabank para reconocer a las mujeres microempresarias, quienes en un momento de su vida decidieron abrir un negocio.

“Para las mujeres, emprender es una forma muy interesante de trabajar y poder aportar a su hogar lo que necesitan para su familia. Muchas de ellas son jefas de hogar, por lo tanto tienen que cumplir con un doble rol”, dice Viviana Paredes, jefa de área mujer, trabajo y participación del Servicio Nacional de la Mujer.

Así es como la opción de estas tres mujeres no es aislada. De hecho, la participación femenina en el desarrollo de microemprendimientos ha ido al alza en los últimos años.

Según señala Luis Alberto Aubele, vicepresidente del segmento consumer finance y microempresas de Scotiabank, la participación de la mujer en las colocaciones a microempresas se ha expandido de manera importante. “El componente femenino hace cinco años puede haber sido de un 35% a 36% y ahora está en 51%”, dice el ejecutivo.

Otro elemento que muestra el aumento de la participación femenina en el desarrollo de emprendimientos, es la convocatoria que logró el concurso de Scotiabank, y es que mientras la meta era llegar a las 500 postulaciones, finalmente se inscribieron en el concurso 1.126 mujeres.

MAYORES INCENTIVOS
Sin embargo, aún cuando el emprendimiento femenino vaya al alza, este aún está rezagado en relación al desarrollo de negocios por parte de los hombres.

De acuerdo a la primera encuesta de microemprendimiento (EME) desarrollada por el Ministerio de Economía, publicada en 2011, del total de microempresarios sólo un 30% corresponde a mujeres.

Por otro lado, la encuesta demuestra que el microemprendimiento además se concentra en los sectores más bajos, ya que al hacer la división entre trabajadores cuenta propia y empleadores, la participación cambia considerablemente. En el primer caso la participación femenina sube a un 32%, mientras que en el segundo caso, las mujeres empleadoras sólo concentran un 14% del total.

De acuerdo a Viviana Paredes, uno de los principales impedimentos al que se enfrentan las mujeres al momento de emprender es el financiamiento para poder llevar a cabo su negocio.

Precisamente, de acuerdo a la encuesta EME, “generalmente, el acceso al financiamiento se esgrime como una de las limitantes al emprendimiento”, y las cifras lo corroboran, ya que la mayoría de los emprendedores se apoyan en sus ahorros para poder iniciar su negocio. Según el sondeo, dicha fuente de financiamiento alcanza el 71% del total, mientras que la banca comercial sólo financia el 4% del microemprendimiento.

En esta línea, Viviana Paredes, señala que dada esta dificultad de acceso al capital, “el gobierno, tanto a través del Ministerio de Economía, como del Sernam, está mejorando todos los instrumentos para que las mujeres tengan más acceso y puedan desarrollar mejor su emprendimiento”.

TRABAJO DE CAMPO
Desde el lado de la banca, el principal problema al momento de enfrentar el financiamiento de un emprendimiento es la inexistencia, prácticamente, de los registros y antecedentes del negocio que permiten determinar si es o no rentable.

Según Aubele, este es un segmento especial, que obliga el desarrollo de “un trabajo en terreno, se hacen tomas de inventario, se cuenta la mercadería, el ejecutivo hace un inventario de ello y así se puede llegar a aproximaciones de qué es lo que se tiene como capital”.

Bajo esta estructura de medición de riesgo, el banco hoy cuenta con cerca de 15.100 clientes totales, de los cuales 7.800 son mujeres, a los cuales llegan con préstamos en promedio de $3 millones.

Al respecto, Viviana Paredes, señala que “iniciativas como la de Scotiabank son tremendamente importantes, porque apoyan al gobierno en dar mayor acceso y cobertura al financiamiento”.

Pero, un elemento fundamental, que va de la mano con aumentar el otorgamiento de créditos a microempresarias, es también lograr incrementar la bancarización de la mujer, área en donde sí se han visto importantes avances en los últimos años.

El estudio Género en el Sistema Financiero de 2011, de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, las mujeres pasaron de concentrar el 36,1% de los deudores en 2002 a alcanzar el 42,5% el año pasado. En número de cuenta correntistas del sistema bancario, las mujeres pasaron de 417 mil en 2002 a 895 mil en 2011, lo que significa un alza de 115%.

Aún así, la brecha de la mujer versus los hombres, tanto en emprendimiento como en bancarización debe seguir siendo disminuida, labor en la cual tienen parte el mundo privado así como las iniciativas del Estado.

Con Lubrione, Catherine pasó de 10 a 100 clientes sólo en dos años

Hace algunos años, cuando Catherine junto a su marido pasaban por un mal momento económico, decidió no quedarse de brazos cruzados. “Ahí se me ocurrió, porque tenía un amigo que vendía aceite a los lubricentros, comenzar a hacer ese negocio”, dice ella.

Entonces, decidió comprar tambores metálicos y comenzó a reciclar aceite, que recolectaba de empresas agrícolas de la zona de Padre Hurtado, para luego venderla a los lubricentros.

“Al comienzo, empecé artesanalmente, pero ahora cuento con mayor tecnología. Entonces, el proceso consiste en calentar el aceite con maquinaria especial y lo paso por unos filtros, que van sacando todas las impurezas”, explica Catherine.

Una vez con el negocio andando, cuando llevaba dos años reciclando aceite, esta emprendedora decidió buscar financiamiento para poder hacer crecer su negocio, el cual obtuvo en Scotiabank.

Así paso de hacer estos procesos en su casa a un galpón y a tener tres personas trabajando con ella en este emprendimiento.

De este modo, en dos años Catherine pasó de vender este aceite reciclado a 10 clientes, a los 100 clientes en la actualidad.

Factor, que junto al hecho de tratarse de un emprendimiento bajo criterios de sustentabilidad, la transformaron en la ganadora de Microempresaria Avance de la mujer, obteniendo un premio de $4 millones.

Hoy, orgullosa de haber recibido este reconocimiento se proyecta con su negocio, señalando que quiere seguir aumentando sus clientes y “crecer en las ventas lo más que se pueda”, dice.

A su vez, al pensar en los $4 millones, apuesta por tener una planta propia de reciclaje y una parcela, donde pueda instalar su negocio y también tener su casa, junto a su familia, hoy compuesta por su marido y sus tres hijos de 3, 8 y 11 años.

De dueña de casa a dueña de la única librería de Longaví

María Angélica Urra hace quince años quedó embarazada de gemelos y su vida cambió. Tenía que hacerse cargo, y la única forma era consiguiendo los recursos necesarios para sacar adelante a su familia. Así, pasó de ser dueña de casa a rebuscárselas como fuera. “Trabajando siempre en forma independiente, en huertos, de mesera, de cajera, cuidando ancianos”, recuerda.

Eso, hasta que sus hijos tenían 10 años, en 2008, cuando decidió lanzarse con su emprendimiento. Para ese momento, María Angélica, ya conocía el rubro de los libros, ya que se dedicaba a vender los libros del colegio de sus hijos.

“Me gané un proyecto de la mujer jefa de hogar del Sernam y la municipalidad de Longaví. Ahí me capacité con ellos y además pude optar a un capital semilla para iniciar mi negocio”, dice María Angélica.

Así, llevó a cabo las capacitaciones y además obtuvo $3 millones para comenzar con su negocio. A su vez, buscó financiamiento en la banca.

Hasta ese minuto ella trabajaba informalmente, sin embargo demostrando los envíos que hacía desde Santiago de libros, para luego venderlos en Longaví, pudo obtener financiamiento.

De este modo, la librería abrió sus puertas en abril de 2008, transformándose en la única de la zona. “Es diferente, por lo menos a las librerías de acá en la zona, porque yo vendo libros y acá todas las librerías se dedican a vender como basares”. Además, María Angélica hoy cuenta con un contrato de suministro de libros para las salas cuna de su comuna.

Como reconocimiento a su emprendimiento obtuvo el segundo lugar del premio entregado por Scotiabank, que alcanza los $3 millones, dinero que destinará a la compra de un auto, que le permita cumplir con los pedidos de las zonas rurales. A eso se suma otra tarea para María Angélica: aprender a manejar.

Una asesora del hogar que se transformó en microempresaria

Motivada por lograr que sus hijos pudieran ir a la universidad y estudiaran lo que ellos quisieran es que Magaly Miranda decidió, en ese entonces junto a su marido, emprender en el desarrollo de un minimarket, en la localidad de Matanzas.

“Yo trabajé como nana, recolectando y embalando fruta, después tuve una pequeña amasandería artesanal, hice mermeladas, incursioné en el mundo del turismo en el camping”, dice Magaly mostrando su espíritu emprendedor.

Luego, el año 2000, cuando su hijo mayor dio la PSU y quiso estudiar terapia ocupacional, comenzaron a ver ideas. “Como no teníamos cómo costear la educación de mi hija mayor empezamos a emprender y experimentar con negocios”, dice Magaly.

Así, con el tiempo, ella o fue aprendiendo e investigando, a través de algunos cursos de liderazgo social que se impartían en su comuna. “Era dirigente del centro de padres en el colegio de mis hijos, entonces así fui buscando los canales para informarme y fui recibiendo asesoría”.

Para ese momento, en el Banco del Desarrollo ella buscó financiamiento. Fueron $3 millones que le permitieron comprar maquinaria y comenzar con el minimarket Costazul. Luego, tras el terremoto ocurrido el 27 de febrero de 2010, Magaly tuvo una oportunidad de negocios. A quienes ella arrendaba desde siempre el local en donde tenía su negocio, les compró un terreno al frente. Hoy ahí tiene no sólo su negocio, sino además su casa propia.

Y al mirar hacia atrás, ve con orgullo que logró su cometido. No sólo su hija mayor pudo estudiar en la universidad. Hoy, su segundo hijo estudia medicina, mientras ella aún vive con su hija menor.

Así, con su premio de tercer lugar, pretende invertir la mitad en su negocio y el resto guardarlo para seguir costeando la educación de sus hijos.