Gran parte de la fábrica de Element Electronics en Canton, un suburbio del oeste de Detroit, está vacía. Pero en la única línea de producción, cerca de 45 trabajadores ensamblan los primeros televisores “hechos en Estados Unidos” por una compañía local en décadas.
Hasta ahora es una operación pequeña, pero el intento de Element de repatriar la producción de televisores desde Asia y ubicarla en el corazón del cinturón industrial de EEUU es un poderoso ejemplo de reshoring, la tendencia de poner fin a la subcontratación en las economías emergentes de bajos costos y comenzar a producir en EEUU.
El reshoring está provocando gran entusiasmo en Estados Unidos. Compañías como General Electric y Caterpillar son consideradas ejemplos de esta tendencia. Desde 2009, GE anunció planes para crear 11.000 empleos industriales.
En un año electoral, el hecho de que las empresas vuelvan a fabricar en el país se ha convertido en un fuerte símbolo político. Uno de los avisos de campaña del presidente Barack Obama acusa a Mitt Romney, el candidato republicano más probable, de haber “trasladado empleos estadounidenses” a México, China e India, tanto como empresario como cuando era gobernador de Massachusetts.
Cuando en febrero visitó Wisconsin, Obama señaló que las políticas a favor del reshoring, como las exenciones fiscales para la fabricación y la investigación en Estados Unidos, son ejemplos de cómo su administración está creando empleo.
“Pregúntense lo que pueden hacer para traer empleos de vuelta a su país, y su país hará todo lo que pueda para ayudar”, dijo parado al lado de una pila de cajas con un logo que recitaba “Hecho en Estados Unidos”.
Aún así, quizás sea demasiado optimista contar con el reshoring. Si bien la práctica podría crear hasta 3 millones de empleos en EEUU hasta 2020, según Boston Consulting Group, la consultora reconoce que sólo una cuarta parte de eso irá directamente a la producción industrial. Eso se compara con los 5,4 millones de trabajos que perdió el sector manufacturero desde 2000.
La experiencia de Element demuestra tanto las oportunidades como las limitantes del reshoring. Inusualmente para una empresa que vuelve a fabricar en su país de origen, Elemet es un start up en una industria que por largo tiempo ha ido en picada en Estados Unidos. La manufactura de productos electrónicos de consumo comenzó a irse en los ‘50 -primero a Japón, luego a Corea del Sur y más tarde a China.
Si bien los campeones del reshoring a menudo citan los crecientes costos salariales en China, el dueño de Element, Mike O’Shaughnessy, señaló que los principales costos que determinaron su decisión de iniciar operaciones en Estados Unidos fueron los altos costos de transporte y los impuestos a la importación de televisores más grandes y caros.
“Nos dimos cuenta hace siete u ocho años que en cierto minuto tendría sentido traer ciertos elementos del ensamblaje a Estados Unids, debido a los costos variables como el transporte, impuestos y fluctuaciones de divisas”, recalcó.
La empresa el año pasado envió su primer partida de televisores de 46 pulgadas a minoristas como Target, Walmart, Costco y QVC, el canal de compras. Están vendiéndolos por US$499, un precio en línea con la competencia asiática.
Pero O’Shaughnessy explica que la economía funciona sólo para los grandes aparatos de televisión. “En el negocio de las tostadoras, donde los productos son pequeños, el costo del envío es relativamente bajo, entonces incluso si los costos de tu container se duplican, el impacto es relativamente pequeñoy seguirás importando”, plantea. “Si estás en el negocio de las pantallas de TV, tiene más sentido moverse hacia acá”.
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